La historia del Trillas Platja Tamarit se remonta en el tiempo más de un siglo, concretamente hasta 1896. Ambroç Trillas y María Boronat, los bisabuelos de Roger, el actual director del camping, decidieron gastar sus ahorros en la compra de una finca de seis hectáreas. «La mitad era plana, con avellanos y huerta, y la otra mitad era la parte de montaña, con pinos, olivos y algarrobos, llena de márgenes de piedra que todavía se pueden ver», rememora el bisnieto de la saga familiar.
Los primeros turistas de Tamarit comienzan a acampar improvisadamente hacia 1956 en esa zona más montañosa, ya con Josep Trillas y Raquel Viola –abuelos de Roger– como propietarios. «En los inicios, les pagaban con pienso para las vacas, los cerdos, las gallinas y las ovejas; todavía mantenemos un pequeño rebaño de una docena de cabezas».
A la vista del éxito y de la constante afluencia de gente que deseaba acampar, Josep y Raquel fundan un pequeño camping de tercera categoría en 1961. Es el inicio oficial de 60 veranos ininterrumpidos en los que el Trillas no ha dejado de crecer e introducir mejoras sin perder las esencias, «como una gran familia donde se reencuentran los niños, juegan en libertad y se crean amistades para toda la vida, y también donde aparecen los primeros amores de verano. Aquí han nacido muchas parejas –explica Roger–, y puedo hablar con propiedad, porque mi mujer es una clienta que venía desde pequeña». Roger se muestra «muy agradecido a los centenares de familias y miles de personas que nos han acompañado durante estos 60 veranos y que han visto crecer y disfrutar aquí a sus nietos e incluso bisnietos; hay clientes de cuarta generación».
El camping ha formado muchas parejas y ha visto crecer a nietos y bisnietos de clientesEsa visión tradicional y un tanto romántica del negocio –«a precios asequibles, un matiz importante», subraya el director–, no está reñida con la innovación: en los años 70 el Trillas fue pionero en la oferta de forfaits de largas estancias; en el 79 son también de los primeros en instalar placas solares, y posteriormente en utilizar biomasa para el agua caliente.
Esa forma de entender el camping, tan enraizada en la tierra, la comunidad y las relaciones personales, ha servido también de freno a la especulación urbanística en un área de enorme valor medioambiental. Ofertas no les han faltado, «algunas muy difíciles de rechazar porque suponían ganar con una firma lo mismo que en décadas de explotación del camping», pero se impuso el amor al terruño, la filosofía sostenible del pagés: «Los frutos se han de recoger cada año sin matar la planta; el camping es la vida de mis bisabuelos y mis abuelos, la de mi padre que lo ha hecho crecer, la de mis tíos y mis primos que le han ayudado… la mía en los 34 años que tengo, y espero que también la de mis hijos».
El 2020 más atípico
Los 60 veranos del Trillas Platja Tamarit llegan en un 2020 extraño, que se recordará por las dificultades en que el Covid-19 está poniendo a todo el sector turístico de Tarragona. Precisamente en esta temporada tan atípica se ha consumado un cambio generacional. Antoni Trillas cedió el testigo en mayo a su hijo Roger. «Este año nos enfrentamos a una situación insólita; la pandemia ha eliminado la capacidad de hacer vacaciones de un gran porcentaje de población, y la presencia de extranjeros es una anomalía… Mi primer objetivo es minimizar las pérdidas para poder recuperarnos en 2021 y celebrar el 60 aniversario con un Plan Especial aprobado e intentar subir a primera categoría; a largo plazo mi sueño sería llegar a los 100 años del camping, ya con mis hijos Marc y Mariona –de 7 y 4 años– al frente».
Además del impacto de la pandemia, el relevo generacional llega bajo la preocupación por las serias diferencias de criterio con el Ayuntamiento en materia urbanística, que pueden traducirse en sanciones económicas inasumibles para una empresa con casi 120 trabajadores, la mitad con empleo estable todo el año. «Sentimos –describe Roger Trillas– mucha indefensión… Hemos presentado todo tipo de pruebas, pero hay una total cerrazón a valorar nuestros argumentos; nuestra aspiración es someternos a un informe independiente, neutral».
Según el director, todavía pesa demasiado el estereotipo de que ‘los campings hacen lo que les da la gana’. La mayor parte de ellos nacieron de forma espontánea en los años 60, lo que generó una situación anómala de ‘alegalidad’. Ello se ha traducido en la imposibilidad de obtener licencias y que en ocasiones se hayan ejecutado mejoras sin los permisos oportunos: «Es verdad que históricamente algunas cosas no se han hecho bien, pero llevamos más de seis años intentando abrir una etapa nueva para encontrar un encaje legal a nuestra situación; hemos impulsado la modificación del POUM para adaptarlo al Plan Director del Sistema Costero, se han redactado Planes Especiales, todavía en trámite desde 2016… Es un esfuerzo económico y humano ingente para empresas medianas y pequeñas, todas familiares».