El proyecto de pacificación de las calles Gravina y Sant Pere del Serrallo ya está redactado. Algunas de las características más destacadas es que, para convertir estas avenidas en una plataforma única, se utilizarán adoquines de granito –como las que hay en la calle Callau del mismo barrio marinero–, y que no habrá pilonas, tal como sí hay en la calle Espinach.
El proyecto, elaborado por la empresa Ambitec por un importe de 9.000 euros, entrará en breves al Departament de Contractació del Ayuntamiento, donde en cuestión de entre cuatro y seis meses se adjudicarán las obras. Según el concejal de Territori, Xavi Puig, los trabajos empezarán durante el tercer trimestre de este año y deberán estar listos, sí o sí, antes de finalizar el 2025. Otro paso adelante para la esperada transformación del Serrallo.
La idea de peatonalizar dos calles principales del Serrallo nació de los mismos vecinos. Primero, empezó como una reivindicación vecinal para soterrar el cableado aéreo. La idea fue evolucionando hasta la pacificación. El objetivo no es otro que poner punto final al deterioro que sufre la parte interior del barrio, además de reducir la presencia de vehículos a los imprescindibles. Para ello, la idea es convertir las calles Gravina y Sant Pere en una plataforma única, sin distinguir la acera de la calzada, donde los peatones tengan total libertad para andar.
Para hacerlo, el Ayuntamiento cuenta con los 300.000 euros que ya tenía previstos para el proyecto, además de la aportación de los fondos europeos Next Generation, que ascienden hasta 650.000 euros. «Y es que, finalmente, el proyecto ha sido más caro de lo esperado, llegando a los 900.000 euros. Creemos que es momento de invertir de verdad en este barrio», explica Xavi Puig, concejal de Territori del Ayuntamiento de Tarragona.
Como en todos los proyectos subvencionados por los fondos Next Generation, el calendario aprieta, ya que tener las obras ejecutadas en el plazo debido es una manera de garantizar la financiación. En este caso, las obras de pacificación del Serrallo deben estar listas antes de terminar el año 2025. «Nuestra intención es tenerlo acabado incluso antes, ya que este es uno de los proyectos que tenemos más avanzados», dice Puig.
Antes de mandar el documento a Contractació para licitar las obras, el Ayuntamiento debe realizar dos pasos imprescindibles. En primer lugar, llevar a cabo un modificativo de crédito para ordenar el dinero y concentrarlo en una sola partida. En segundo lugar, encargar un informe de sostenibilidad. Con todo ello, el proyecto podrá licitarse.
«No se imaginen una calle con pilonas, como la Espinach. Queremos que no haya diferencia entre calzada y acera, que todo sea acera», explica Puig, quien añade que «todavía tenemos que buscar la mejor fórmula, pero una de las ideas es poner una pilona sola en la entrada de las calles, de esas que sube y baja. Solo podrán acceder los vehículos de emergencia, los vecinos en caso de urgencia y los de carga y descarga». El gobierno quiere alejarse del modelo calle Governador González, donde conviven los coches con las personas.
Por su lado, el presidente de la Associació de Veïns del Serrallo, David Martín, asegura que «la pacificación de las dos calles y el soterramiento del cableado han tenido muy buena acogida por parte de los vecinos». Martín añade que con esta actuación «el barrio se convertirá en un lugar más atractivo, con avenidas que favorecerán la actividad económica». Finalmente, el líder vecinal espera que este cambio suponga una mejora, tanto en la estética como a favor de la comodidad de los vecinos.
La movilidad
A parte de acabar con la degradación de las calles interiores del Serrallo, uno de los objetivos compartidos por vecinos y administración es reducir al mínimo posible la presencia de vehículos en el barrio. Ya hace tiempo que se han eliminado algunas plazas de aparcamiento, pero con la peatonalización se perderán un total de 27 plazas.
La intención es que los tarraconenses que quieran bajar al Serrallo opten por ir a pie, en transporte público o en bici. «Esta tercera opción todavía no está regulada, aunque el proyecto de ampliación del carril bici de la calle Pere Martell está a punto de acabarse», explica Puig, quien añade que «aquellos que no tengan más remedio que ir en coche, pueden aparcar en los parkings disuasivos del Passeig de la Independència».