Tarragona se calienta al doble de velocidad que el resto del planeta por los efectos del calentamiento global. Si el año pasado la temperatura global se situó de media 1,15 grados por encima de la era preindustrial, en las comarcas tarraconenses se supera ese registro: la temperatura media de 2022 fue de 19,5C, según el Observatori de l’Ebre, una anomalía de 2,6ºC respecto al periodo de referencia.
Es la conclusión del Servei Meteoròlogic de Catalunya, que en el Butlletí Anual d’Indicadors Climàtics alerta: «La anomalía de temperatura casi dobla la del año anterior, que ya era excepcional, y superando los dos grados, hecho que nunca se había dado anteriormente». El análisis del Servei continúa diciendo que «una muestra del carácter extraordinariamente cálido de 2022 es la gran profusión de récords diarios de temperatura máxima elevada».
«En el caso del Observatori de l’Ebre se batieron 22 récords, especialmente concentrados desde finales de mayo a agosto», apunta el informe. El Servei Meteorològic añade que «la temperatura media anual en Catalunya es 1,8ºC más alta que a mediados del siglo XX».
Todos los indicadores muestran un agravamiento de las condiciones en los últimos años pero 2022 fue especialmente crítico en ese sentido. «El resultado obtenido es que, para el año 2022, la anomalía térmica en Catalunya respecto al periodo preindustrial ha sido de +2,4ºC, aproximadamente el doble del valor medio obtenido para todo el planeta», agregan desde el Servei Meteorològic.
Las estadísticas negativas se acumulan en cualquier parámetro que se analice, también desde el punto de vista, claro está, de las precipitaciones. 2022 fue el año más seco en Catalunya, con una anomalía de -30,4% respecto a la media climática del periodo 1961-1990.
De esos aspectos se debate estos días en la COP28, la cumbre del clima que se lleva a cabo en Dubái. No se puede entender ese calentamiento sin el peso de las emisiones, también en el centro de las reflexiones en la cita anual.
¿Está cumpliendo Tarragona con los objetivos climáticos? No lo parece, según los últimos datos oficiales disponibles. Las emisiones de dióxido de carbono aumentaron en Tarragona un 0,7%: de las 8,6 millones de toneladas en 2020 a las 8,7 de 2021.
El efecto rebote de la pandemia
Por tanto, las emisiones de gases de efecto invernadero están creciendo en lugar de disminuir, si bien hay que tener en cuenta el peso de la pandemia. En 2021 se produjo un efecto rebote después del descenso drástico por la irrupción de la Covid en 2020. De 2019 a ese 2020 donde apareció el virus, las emisiones de las comarcas tarraconenses bajaron un drástico e inédito 11%. Después de eso, ha habido un repunte.
Desde la Generalitat, Acció Climàtica defiende que «a pesar del aumento de las emisiones, inferior al del PIB de 2021, los datos generales muestran un desacoplamiento entre las emisiones y el crecimiento económico».
Un ritmo insuficiente
En el global de Catalunya, las emisiones de dióxido de carbono se incrementaron en un 1,4% respecto a 2020, mientras que el PIB creció un 5,8%. En Tarragona, el dato de 2021 sigue por debajo de 2019, aunque hay que tener en cuenta que 2021 también fue un año marcado por cierres y restricciones y por problemas de aprovisionamiento a escala global.
Acció Climàtica reconoce, pese a todo, que el ritmo es insuficiente: «La evolución de las emisiones de 2021 no se alinea con la senda de reducción anual necesaria para alcanzar los objetivos para 2030». También admite que «el grado de ambición de las políticas de cambio climático se ha acelerado mucho en los últimos años a consecuencia de lo que observamos en nuestro día a día, de la alerta de la comunidad científica y del acuerdo de París de 2015».
En Tarragona, el 35% de las emisiones de gases de efecto invernadero corresponden a la industria, que está realizando una gran apuesta por la descarbonización; el 20% al sector de la energía y el 15% al transporte, con contribuciones en marcha como la implantación de las zonas de bajas emisiones en Tarragona y Reus. Eso son los principales ámbitos contaminantes.
Los objetivos para 2030 son de una reducción de las emisiones respecto a 1990 del 55%. Eso supone, en el caso de Tarragona, recortar 5,2 millones de toneladas de las 9,5 que se registraron en 1990, un reto mayúsculo y más aún si se tiene en cuenta que, como afirman algunos estudios, se está yendo en contradirección.
Subsanar el desfase de datos
Un grupo de expertos de diversas disciplinas ha puesto a disposición pública el Monitor Públic d’Emissions de Catalunya, un nuevo cálculo con datos recientes que pretende corregir el desfase de la publicación de la estadística oficial.
El informe apunta que en 2022 las emisiones en Catalunya habrían aumentado, un 3,1%, un dato que complicaría todavía más la consecución de los objetivos. De hecho, a partir de ahí la reducción de emisiones debería ser de más del 6,2% por año. «La caída de la pandemia es la que necesitaríamos cada año. En 2022 crecimos cuando deberíamos estar decreciendo. La media de la ruta de la UE es mejor que la de Catalunya, vamos peor», indica Jordi Vilardell, uno de los científicos responsables de este novedoso monitoraje.
Más allá de los resultados, el informe reivindica la necesidad de contar con datos más actuales y de subsanar, en la medida de lo posible, ese retraso aproximado de año y medio. «La Generalitat y el Estado hacen un inventario a partir de grandes consumos de gas y de petróleo y de otros menores pero, claro, en junio de 2023 salen los datos de 2021», apunta.
«Eso implica que durante mucho tiempo se está yendo a ciegas, por ejemplo a nivel de inversiones. Nosotros hacemos una estimación a través de un modelo matemático, que puede diferir un poco pero te marca tendencias y te orienta, y es lo mismo que se hace en economía. Nos permite proyectar y saber cuánto nos estamos desviando de la ruta. Si queremos hacer la transición, necesitamos disponer de datos», añade Vilardell.
Òscar Saladié, decano de la Facultat de Turisme i Geografia de la URV e investigador, reclama, alrededor de la COP28, «que sean lo máximo ambiciosos que se pueda pero que aquello que acuerden lo ejecuten, lo lleven a la práctica, y no lleguemos a la siguiente cumbre sin haber materializado los compromisos».
En 2007 se llegó al pico de emisiones en Tarragona
Desde 1990, uno de los años de referencia para los objetivos climáticos, las emisiones totales de gases de efecto invernadero siguieron una evolución creciente hasta 2007, cuando se alcanzó un pico histórico: de los 9,5 millones de toneladas de dióxido de carbono en Tarragona se pasó a los 13,6.
La dinámica aparece afectada por los momentos de expansión o retracción económica. A partir de 2007, coincidiendo con los años de la gran crisis, la tendencia se invirtió y las emisiones anuales fueron disminuyendo. En 2013 se llegó a 7,9 millones, pero, a partir de ese año, volvió a darse un aumento hasta que en 2017 se alcanzó una cierta estabilidad, a la que siguió un descenso por la Covid y una posterior alza.