«Este solar era de un banco malo y antes solo había escombros y basura. Pero ahora mire: después de la limpieza los vecinos han ido trayendo plantas y yo las cuido», cuenta orgulloso Juan Carlos, un vecino de la Part Baixa que se encarga voluntariamente de mantener lo que han bautizado como ‘jardín comunitario’. El terreno llevaba casi tres décadas abandonado y lleno de escombros y basura y ahora los vecinos le dan uso y se proponen seguir acondicionándolo.
El descampado, donde nos sentamos en varias sillas aprovechando la sombra de un árbol, tiene el sello del programa Part Baixa Amunt! Gracias al mismo una docena de jóvenes extutelados se ha involucrado de manera voluntaria desde hace nueve meses en distintas actividades en el barrio, desde la limpieza de este terreno junto con otras entidades y vecinos, hasta una plantada colaborativa, un taller de escritura árabe para niños o clases de capoeira. Y cuando llegaron las fiestas del barrio también se incorporaron organizando juegos de puntería, manualidades y distintas actividades.
Los jóvenes involucrados forman parte del programa Sostre 360º de la Fundación Eveho, que se encarga de hacer un acompañamiento integral a una treintena de jóvenes extutelados y sin hogar de la ciudad. A través del programa se les da asesoría legal y se les ayuda a encontrar empleo y vivienda. Se ocupan, además, de promover el vínculo con la comunidad.
Justamente para esta última misión se ideó el Part Baixa Amunt!, del que se encarga la cooperativa tarraconense Combinats. «Nos pareció una buena oportunidad unir las necesidades de mejora del barrio con la necesidad de los jóvenes de conocer a los vecinos y compartir con ellos», explica Raquel Barbier, directora del área social de la cooperativa.
Barbier cuenta que cuando fueron a explicar la iniciativa a los vecinos la acogida fue muy buena desde un primer momento. La presidenta de la Associació de Veïns del Barri del Port, Mari Carmen Puig, reconoce que en un primer momento fueron escépticos porque en el barrio hay una gran falta de espacios sociales y a los vecinos les habían ofrecido un local para la Llar de Jubilats pero en el mismo se instaló un local para los jóvenes que servía de local de encuentro, lavandería y gimnasio.
«Nos han ayudado»
Pese a todo, fue comenzar a hacer actividades juntos y darse cuenta de lo que tenían en común. «No hemos tenido ni un problema; para el barrio y ha sido muy positivo, nos han ayudado... Y ahora se van», se lamenta Puig.
Se refiere a que el programa base, el Sostre 360º, se acaba el 30 de septiembre y el trabajo con estos jóvenes pasará a hacerse desde Serveis Socials del Ayuntamiento de Tarragona, con lo que los vecinos temen que el Part Baixa Amunt! termine aquí.
Consultadas al respecto, fuentes municipales explican que el programa 360º lo gestionaba la Fundació Eveho en un convenio con la Generalitat y Fundació La Caixa, pero a partir del último trimestre del año la gestión pasará a manos del Ayuntamiento porque la Generalitat ha decidido pasarle la competencia dentro del contrato programa en materia de Servicios Sociales. «El ayuntamiento lo mantendrá pero aún no está estudiado cómo», señalan. Respecto al Part Baixa Amunt! no hay nada decidido y solo se sabe que se evaluará.
Desde Combinats explican que al terminarse el programa 360º también termina el Part Baixa Amunt! y las acciones en el barrio. No obstante, señalan, están buscando financiación a ver si es posible darle continuidad.
«Contábamos con ellos»
La noticia ha caído como un jarro de agua fría para los vecinos que habían visto cómo los prejuicios se estaban diluyendo gracias al conocimiento mutuo. «Es una lástima que no tenga continuidad, como tantas cosas en el barrio, nosotros contábamos con ellos», explican Ramón Corbella y David Solà, miembros de la plataforma Xarxa La Marina, un colectivo que está tratando de propiciar cambios en el barrio, en particular en el urbanismo, a través del activismo y las propuestas.
Justamente uno de los proyectos para el que contaban es la acción que tienen prevista en el edificio abandonado de la calle Santiyán. El inmueble, construido en el siglo XIX, es de propiedad municipal y desde hace años está abandonado. Primero fue una escuela y, después, pasó a ser el cuartel de la Policía Nacional, que cerró definitivamente en 1983. Desde entonces, el edificio está sin uso. El Ayuntamiento ha hecho una limpieza pero sigue cerrado. Los vecinos realizarán una acción creativa en la fachada para llamar la atención respecto a la situación del edificio. El colectivo pide que, al menos, les permitan rehabilitar el jardín interior para uso vecinal.
Solà lamenta que los meses que han estado los chicos en el barrio han servido para eliminar prejuicios pero se han quedado cortos. «Una vez más sentimos el abandono, aquí nada tiene continuidad», se lamenta, aunque asegura que no van a dejar de proponer. «Este barrio solo tiene potencial, gente que quiere vivir aquí y no se quiere marchar», añade Corbella.
Aissa Elmahjouby, de 22 años, es uno de los jóvenes del programa y asegura que desde que llegó a España en 2019 procedente de Marruecos «en ningún sitio me habían tratado así. La gente me habla, me han aceptado». Ha pasado de vivir en una casa ocupada a un piso compartido y tiene posibilidades de trabajar pero está a la espera de que se solucione su situación legal. Cuenta que una de las actividades que más le han gustado ha sido colaborar en unas jornadas deportivas para personas con discapacidad organizadas por el Consell Esportiu del Tarragonès.
Nos despedimos de los vecinos en el jardín comunitario y nos recuerdan que en una de las paredes siguen esperando a que se pinte un mural que fue aprobado en los presupuestos participativos de 2019. Por lo pronto, eso sí, el solar también está sirviendo para que las personas que esperan el reparto de comida que organiza la asociación Logos tengan un lugar donde esperar. La entidad, de reciente creación, se encarga de evitar el desperdicio de comida y recoge alimentos a punto de caducar en distintos establecimientos y los entrega a familias necesitadas.
«No todo es quejarse, hay que proponer», explican. El barrio está vivo.
los chicos ha sido muy positiva para
el barrio, es una
pena que termine »
La gente del barrio me habla, me han aceptado»