La semana próxima (del 23 al 25 de mayo) se celebran elecciones a rector/a de la URV. Josep Pallarès Marzal inicia la serie de entrevistas a los tres candidatos a regir la universidad que ofrece el Diari.
Pallarès (El Perelló, 1967) es catedrático de Tecnología Electrónica y Professor Distingit URV. Ha sido director general de Universitats y Planificació d’Universitats i Recerca de la Generalitat de Catalunya (2016-19), vicerrector de Política Académica y del Personal Docente e Investigador (2014-16), vicerrector de Personal Docente e Investigador (2008-14) y vicerrector de Transferencia e Innovación (2006-08).
A nivel personal se siente afortunado por tener a ambos padres vivos. Está casado y tiene una hija de 20 años que estudia en la URV y uno de 17 que hace bachillerato. Le gusta hacer submarinismo (tiene un título de dos estrellas), cocinar «que me relaja mucho» y caminar.
¿Por qué se presenta?
Por dos motivos: uno personal y otro colectivo. A nivel personal básicamente para retornar a la universidad lo que me ha dado; llevo en ella 30 años; he hecho toda mi carrera aquí y me ha dado más de lo que yo esperaba, como la experiencia de ser Director General d’Universitats... A nivel colectivo me mueve el equipo; nos une la responsabilidad, pensamos que con la gestión que se está haciendo actualmente no lleva buen rumbo. Tenemos que evitar que la universidad acabe convertida en una academia.
¿Faltan recursos económicos? ¿Qué haría para conseguir financiamiento?
Sí, faltan, pero también falta mejor gestión. Por una parte necesitamos que la Generalitat cumpla lo pactado que es incrementar el presupuesto de las universidades públicas catalanas. Si se mantiene el ritmo de financiamiento del 2019 al 2024 sería un pequeño avance en la buena dirección. Pero también necesitamos que sea un reclamo de toda la sociedad civil; que vean que invertir en la universidad es bueno para el futuro. Pero insisto, tenemos que garantizar la buena gestión de esos recursos y poner el dinero donde tiene más rendimiento para la universidad y para solucionar los principales problemas.
¿Qué haría para acabar con la precariedad del personal docente?
Lo que tenemos que evitar, de todas, es ser la universidad que tiene el porcentaje de profesores asociados más alto. En la universidad hay dos categorías de profesores: los catedráticos, los titulares, los agregados... Los que están todo el día a dedicación exclusiva la universidad y que son los que aguantan la estructura... En este colectivo nuclear hemos perdido 24 plazas en los últimos cuatro años; uno por departamento, debido a una gestión no óptima. Por otra parte tenemos los profesores asociados que son muy importantes pero que son un complemento. Lo que no puede ser es lo que tenemos ahora: más porcentaje en el complemento que en el estructural. Tenemos que volver a tener un cuerpo suficiente de profesorado permanente y complementarlo con los asociados.
En cuanto a infraestructuras. ¿Cuáles serían sus prioridades?
Somos conscientes de las necesidades que hay de acabar los edificios que quedan pendientes. Todos los edificios de la URV son nuevos excepto la facultad de Ciencias de la educación y psicología, la Facultad de Medicina y la sede del Baix Penedès. En el caso de Educació se habría podido hacer este mandato. Presionaremos en la Generalitat para que dentro del plan de infraestructuras contemplen la realización de estas obras.
Respecto a la investigación ¿Se está en capacidad de atraer y retener el talento?
Tenemos que hacerlo. Una de las prioridades que llevamos en el proyecto es la necesidad de captar este talento tanto a nivel local como internacional en todas las franjas. A nivel de estudiantes tenemos que ser capaces de captar estudiantes de grado no solo de nuestra región; no debemos aspirar a ser algo local. A nivel de máster y doctorado es cuando tenemos mayor participación a nivel internacional. Y cuando hablamos de profesorado y PAS (Personal de Administración y Servicios) tenemos que ser capaces de identificar aquellas carreras profesionales y ser atractivos para que estos trabajadores vean que hacer la carrera profesional en la URV les ofrece planes de futuro y que sientan que trabajar en la URV es un valor añadido.
En cuanto al personal de administración ¿está dimensionado en número y capacitación a las necesidades de la universidad?
Igual que sucede con el profesorado, la estructura del PAS no es adecuada. Es parte de los problemas que tenemos en la gestión del capítulo 1 (personal).
Ahora muchos jóvenes están decidiendo qué estudiar. ¿Qué haría para convencerles de que se queden en la URV?
Que no lo duden de venir porque será su mejor experiencia vital. En la URV cuidaremos no solo de que tengan la mejor formación académica sino que además tengan la mejor experiencia de crecimiento personal. Harán amigos que recordarán toda la vida, yo los he hecho.
La formación que se está ofreciendo. ¿Realmente prepara a los estudiantes para conseguir empleo?
Toda la formación que se hace tiene que estar adaptada tanto a las necesidades de las personas que vienen como a la inserción laboral. Es conocido que a mayor nivel de formación la tasa de paro baja. Tener un estudio universitario de grado te da más ocupabilidad que no tenerlo; tener un estudio de máster te da más que de grado y de doctorado más que de máster... Por tanto tener estudios universitarios es una garantía para la inserción laboral. Y recordemos que la URV, y eso es muy importante, es la universidad catalana que tiene más becarios del ministerio, es decir que hay un estrato social con menos recursos económicos. Eso quiere decir que es la universidad que hace más función de ascensor social.
¿Falta más relación con la empresa para conocer sus necesidades?
Eso es así por definición; nunca es suficiente. Nuestra obligación con la empresa es estar en un contacto continuo. Nosotros lo que queremos hacer en este sentido es desarrollar el ‘career center’. Ahora tenemos un observatorio de ocupación con datos de cuanta gente se ha incorporado al cabo de tres años... Lo que queremos hacer es evolucionar hacia este ‘career center’ un concepto anglosajón. En este sentido queremos trabajar en las microcredenciales.
¿A qué se refiere?
Es un palmarés digital. Al alumno, cuando acaba el grado o el máster, se le da un diploma. Dicho diploma puede tener lo que se denomina suplemento europeo del título. Son habilidades y capacidades que los ocupadores valoran, como que una persona haya sido delegada del curso, o que haya hecho un Erasmus. Por ejemplo, tenemos un grupo de alumnos que se dedica hacer motos de carreras y competir; combinan ingeniería mecánica, eléctrica, electrónica, comunicación... Eso en el curriculum no sale, la experiencia no queda reflejada. A las empresas de aquí que participan les interesa y los cogen, pero una empresa de fuera no puede valorar eso. En el sistema actual se ha hecho una prueba piloto pero no es viable porque no es escalable a toda la universidad. En cambio con tecnología blockchain se podría hacer de forma segura. Tenemos los conocimientos y la tecnología para tirarlo adelante. Así el alumno cuando recibe el título tiene este certificado digital validado por la universidad.
¿En qué áreas del conocimiento debería comenzar a trabajar la universidad de cara al futuro?
Hay que trabajar de forma interdisciplinar. Por ejemplo en una empresa de videojuegos trabajan personas que han hecho informática, pero también personas que han hecho historia, maquetación, arte... Yo rompería las barreras porque la sociedad es transversal, no tiene sentido separar casillas y mirar como separarnos. Hay que mirar cómo hacer estas colaboraciones porque al final no se trata de como nosotros pensamos sino de ver lo que la sociedad demanda.
Después del acelerón que supuso la pandemia. ¿La universidad ha asumido el reto de la digitalización? Especialmente en la docencia
La universidad y la sociedad nunca serán lo que eran antes de la pandemia y la crisis económica. Es adaptarse o morir. Tenemos que ser proactivos y eso significa formar en digitalización pero no solo en ello. Lo importante es el rendimiento que el alumno saca a las horas de estudio. Tenemos que hacer que la parte asíncrona, es decir, el trabajo que el alumno hace de forma autónoma, sea la óptima para que maximice la parte síncrona, con el profesor. Y es aquí donde nos puede ayudar la digitalización. No podemos aspirar a ser solo una universidad digital. Una de las ventajas de nuestra universidad es esta medida que tiene, esta proximidad en que todos nos conocemos.
Si además de la comunidad universitaria pudieran votar los ciudadanos de la demarcación. ¿Por qué tendrían que votarle a usted?
Les diría lo mismo que diría a los alumnos, porque la población universitaria no es más que el reflejo de la sociedad. Les diría que tenemos que aspirar a una universidad mejor para tener una sociedad mejor. Para eso necesitamos un equipo con experiencia y que fomente el diálogo y la participación de todos los estamentos. Lo que tenemos que conseguir es que la universidad sea nuestra, de cada uno.
Tiene confianza en el proyecto de la Vall de l’Hidrogen Verd. ¿Cómo lo enfocaría?
El Hidrogen verd no es un proyecto de universidad, es un proyecto de país. No estamos hablando de lo que hará la universidad sino de lo que necesita el país para transformarse. Es un proyecto necesario que debemos ser capaces no solo la universidad, sino Catalunya, de tirarlo adelante. Lo que no hay que hacer es darle un enfoque localista, debe ser un proyecto participado por toda la comunidad universitaria y de investigación de Catalunya. Es muy importante pero se debe gestionar de manera profesional y con una visión más amplia.
Un momento en la universidad en el que haya sido feliz,
Uff, son tantos. Me ha dado tantos momentos que no puedo elegir solo uno. Es una de las razones por las que me presento.