Ignasi Terraza (Barcelona, 1962) se quedó ciego con 9 años y al poco tiempo descubrió el piano. En sus inicios musicales compaginó actuaciones en clubes con sus estudios en Informática -fue el primer invidente de España que obtuvo esa titulación-. Es uno de los intérpretes de jazz más reputados del país y cuenta con una extensa trayectoria internacional. Este sábado, a las 20.00 horas, actuará en el Teatre el Magatzem.
¿Qué lleva a un informático a dedicarse al jazz?
Yo empecé a tocar de manera semiprofesional a los 18 años y, paralelamente, me licencié en Informática. Cuando llevaba cuatro años trabajando como informático pedí una excedencia para dedicarme exclusivamente a la música. Y ya no volví atrás.
Mal no le ha ido. Ha grabado una cuarentena de discos.
Me siento afortunado por poder dedicarme a lo que me gusta. He tenido la suerte de conocer escenarios de fuera de nuestro país y acompañar a muy buenos músicos. Aunque la informática también me gustaba.
¿Qué le atrajo del jazz?
La improvisación. Desde que empecé en la música siempre me ha gustado jugar con las canciones y variarlas. Luego me fui enamorando de otros aspectos de este estilo.
¿Los clubes de jazz también le atraparon?
A veces se tiende a idealizar los clubes. Lo que tienen de bueno es que se toca muy cerca del público, estás al lado de la gente, pero los escenarios de teatro normalmente tienen mejores equipos e instrumentos. Cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
¿En qué subgénero del jazz se siente más cómodo?
El jazz evoluciona continuamente. Yo me siento más identificado con el bebop y el hard bop, aunque estoy abierto a otras corrientes y me gusta profundizar en otros estilos. El jazz se construyó a partir de una tradición, nadie ha inventado nada nuevo si no es partir de lo construido anteriormente. Desconfío de aquellos que dicen que no escuchan nada para crear algo completamente nuevo, por a veces lo que hacen ni es nuevo ni tiene sentido. La evolución es a partir de lo que han dejado otros.
En Tarragona actuará en formato trío, junto con Horacio Fumero (contrabajo) y Esteve Pi (batería).
Este formato es el mejor para un pianista porque tiene más protagonismo y libertad. En una formación más grande el que acompaña es el piano y en un dúo o solista tiene que hacerse cargo de muchos aspectos. En un trío hay equilibrio entre el piano como solista y el planteamiento orquestal.
No es su primera vez en el Dixieland. ¿Qué le parece este festival?
Tengo muy buen recuerdo de mis participaciones en este festival. Hace unos años estuvo cerca de desaparecer por la crisis y me alegro de que continúe porque es uno de los mejores que tenemos en nuestro país. Los festivales buenos hay que conservarlos.