Apartir de las ocho de la noche del martes se habían iniciado los trabajos para levantar las barreras de peaje de dos de los ejes troncales del territorio, como son la AP-2 y la AP-7. Y ayer los conductores aún no se creían que después de más de cincuenta años de concesión, por fin, pudieran circular libremente sin tener que rascarse el bolsillo.
A algunos de sus usuarios prácticamente les pilló por sorpresa. «No sabíamos nada, nos enteramos ayer», decía Carlos Díez, que con el inicio del mes de septiembre empezaba las vacaciones detrás del volante, con un viaje con la familia desde Elche a Lloret, por lo que se ahorró los peajes de la AP-7 a partir de Vila-seca. Según cálculos que hacía, entre la ida y la vuelta tan solo el peaje habría costado unos treinta euros. «Lo veo muy bien, ya tocaba», afirmaba.
La entrada desde el peaje Tarragona ofrecía el mismo aspecto de siempre. Los trabajos de desmontaje de las estructuras existentes no se iniciarán hasta dentro de unos meses, por lo que algunos usuarios aún iban con la inercia de pararse y sacar la tarjeta. «Me he sentido raro. Pensaba que me lo estaba saltando», afirmaba aún incrédulo Santos Hernández.
Los vehículos tienen que reducir su velocidad a treinta kilómetros por hora y una vez superadas las antiguas cabinas de peaje ya pueden volver a poner el pie en el acelerador. Las primeras sensaciones entre los usuarios habituales era de que durante toda la mañana ya se notaba más tráfico de vehículos. Entre los nuevos usuarios que ayer ganó la AP-7 estaba Àngels de la Vega. Esta vecina de Reus va todos los miércoles a Barcelona. «Normalmente iba por el Ordal, porque me parecía un robo lo que nos cobraban», afirmaba.
Con la gratuidad de la autopista decidió cambiar de ruta. Aunque no estaba convencida de que esto durará mucho tiempo. Esta reusense es de la opinión de que esta gratuidad será provisional hasta que se encuentre una nueva solución. «Acabaremos pagando de nuevo seguro, de esto estoy convencida».
Más tráfico
El área de servicio de El Mèdol ayer registraba una afluencia de vehículos un poco superior a lo habitual. La zona de los camiones estaba muy llena y, sobre todo, eran los transportistas los que empezaban a notar el cambio. Entre estos, Carlos Martínez, que hacía el viaje desde Sagunto a Montcada i Reixach y que «dos o tres veces por semana» hace este recorrido por la AP-7. Sin embargo, hasta la mañana de ayer no se enteró de la gratuidad de esta vía. «Hombre, se notará, porque la empresa se dejaba mucho dinero», manifestaba. Aunque Martínez también es de los de la opinión de que esto durará poco. «El dinero hay que sacarlo de alguna parte y hoy ya se nota que hay más coches, y esto significa más congestión de tráfico y más accidentes», anticipaba.
Además de la AP-2 y de la AP-7, el pasado martes también se levantaron las barreras de dos autopistas autonómicas como son la C-32 y la C-33. En total, son más de 500 kilómetros los que esta semana han quedado libres de peaje en Catalunya, mientras se mantienen otros 120. Entre estos está el tramo de la C-32 sur, entre El Vendrell y Castelldefels, una carretera muy utilizada para ir a Barcelona, que ahora tiene nuevas bonificaciones para sus usuarios, a pesar de que la medida excluye a los conductores que se incorporen a la vía desde la AP-7. «Este sí que no lo quitan. Con aquello pagarán todo esto», lamentaba Santos Hernández, quien defendía que «no es lógico lo que estamos pagando».
Los conductores insistían en el agravio que ha supuesto el pago de la AP-7 durante todos estos años. En un primer momento, estaba previsto que la concesión del tramo Tarragona- La Jonquera, venciera en 2004. Finalmente, lo ha hecho dieciséis años más tarde, tras dos prórrogas concedidas en los años 1990 y 1998. Esta situación ha acabado indignando a muchos ciudadanos que, en paralelo, han visto como en el resto del Estado se ha invertido en autovías libres de peaje y que, en algunos casos, el Gobierno decidía acudir al rescate de estas concesiones, porque no eran rentables para las empresas.
En cambio, la AP-7 ha sido una fuente de ingresos muy importante para la concesionaria. «Esto ha sido un mamoneo de todos los Gobiernos, que ha durado demasiados años», lamentaba Marcos Barón. Este transportista lleva más de veinte años subiendo desde Castellón todas las semanas. En los últimos meses ya vivió la gratuidad del tramo sur, desde Vila-seca a Alicante, al que ayer se sumaba el resto del trazado hasta la frontera francesa. «Ahora seguro que se inventarán los peajes vía satélite o cualquier cosa para que sigamos pagando», decía.
Áreas de servicio
Marcos Barón teme que el nuevo escenario que se abre a partir de ahora comporte una «sobrecarga de tráfico», que se notará especialmente en las estaciones de servicio. «Los transportistas podemos aparcar donde queremos. Todo son problemas», apuntaba. En cambio, asegura que en países como Francia se ha dado una solución de cara a los camioneros. «Allí cada 15 kilómetros hay áreas de servicio para hacer los descansos necesarios y con todo lo que necesitamos. Ya veremos qué pasará ahora, pero no lo veo».
El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) afirma que, al igual que en el resto de tramos liberados desde junio de 2018, se está trabajando en un estudio previo de demanda y necesidad de actuaciones tras la supresión del peaje. Este debe aportar soluciones en cuanto al aumento del tráfico que se prevé así como una mejor distribución, que permita mejoras en la seguridad vial, la congestión y la contaminación. Por el momento, se desconoce en qué línea va el estudio y cuándo se dará a conocer.
Asimismo, el Ejecutivo central calcula que la liberación de las autopistas AP-7 y AP-2 supondrán un ahorro para los usuarios que alcanza los 515 millones de euros anuales, con los más de 13 millones de desplazamientos actuales. Si bien, con el aumento de tráfico previsto, el ahorro podría llegar hasta los 752 millones de euros anuales.
La cruz. Algunos restaurantes temen una pérdida de clientes
La gratuidad de la autopista comportará cambios en la movilidad que algunos negocios temen que se traduzca en una pérdida de clientes. «Ya no es una cosa nueva, con el desvío ya se notó», apunta Paco Esteban, de El Buffet d’Altafulla. A pesar de ello, muchos transportistas seguían acudiendo a este establecimiento, cuando salían de Torredembarra para coger la A-7 en La Móra o viceversa.
En 1976 abrió la gasolinera. Un año más tarde se sumaba el bufet, el primero de Catalunya de estas características y poco a poco se ha sumado un parking de camiones vigilado las 24 horas del día, con duchas, servicio de lavandería y todo lo que necesitan los transportistas. «Seguro que se notará», afirmaba Esteban. El negocio cuenta con una plantilla de hasta 80 trabajadores directos.