«Cuando pasas un fin de semana y ves a los japoneses esperando allí, debajo de un paraguas para el sol, se te parte el alma». Son declaraciones del presidente de la Associació de Veïns de Sant Salvador, Toni Garcia, que denuncia el peligro de la parada de autobús para ir al Pont del Diable. El auge que han experimentado las visitas a este monumento, no tan solo como punto de atracción turística sino también entre los que practican deporte en los senderos de la Anella Verda, puso de manifiesto este problemas.
Es una situación que los vecinos vienen denunciando desde hace años y que aún no se ha solucionado, a pesar de que es la única forma para acceder a este monumento Patrimonio de la Humanidad en transporte público. En 2014 el Ayuntamiento de Tarragona encargó un proyecto sobre la mejora de esta conexión, que se desestimó por su elevado coste.
La parada en cuestión está instalada en pleno carril de incorporación a la carretera N-240 sin marquesina ni ningún otro resguardo. Esto obliga a los usuarios del autobús a tener que caminar por el estrecho arcén de la carretera, hasta el acceso al párking. Y, cuando han finalizado la visita, tienen que esperarse en este mismo espacio que no reúne las condiciones.
Menos frecuencias
La situación afecta a los extranjeros y a los grupos de escolares que utilizan el bus de la EMT. Además, para la vuelta a Tarragona, no hay una segunda parada al otro lado de la carretera. Así que tienen que hacer toda la vuelta o subir andando por este mismo arcén hasta las paradas de Sant Ramon o de L’Ebre. «Durante los fines de semana, cuando no hay tantas frecuencias es aún peor», añade Garcia.
Los vecinos de Sant Salvador y Sant Ramon temen que «algún día haya alguna desgracia». El tránsito sobre la N-240 se redujo considerablemente con la entrada en funcionamiento de la A-27. Pese a ello, defienden que no se está dando un servicio adecuado a los visitantes que acceden al Pont del Diable, que ponen en peligro su seguridad.