La Gioconda convertida en hombre, doce apóstoles femeninos en La última cena de Leonardo da Vinci y once obreras de la construcción sentadas en una viga en la famosa fotografía Almuerzo en el rascacielos en el Rockefeller Center de Nueva York. El Institut Campclar, en Tarragona, ha dado una vuelta de género a diez obras de arte universales para reflexionar sobre la «discriminación histórica de la mujer en casi todos los aspectos de la vida». La Muchacha en la ventana de Salvador Dalí es un muchacho y El pensador de Rodin es una pensadora. Los personajes de estas reinterpretaciones son los propios profesores del centro.
«Cada fotografía pretende ser un pequeño homenaje a las mujeres que no han tenido la oportunidad de ser vistas como nosotros las hemos representado», explica Rafael Pérez, maestro del instituto.
El fin de esta iniciativa -apunta- es que los alumnos reflexionen «acerca de los criterios con los que las manifestaciones artísticas han tratado a la mujer a lo largo de la historia. Se trata de un reflejo de la sociedad de cada época». Y a partir de ahí, «hablamos y debatimos para que lleguen a conclusiones respecto a la necesaria igualdad entre mujeres y hombres». Las imágenes permanecerán expuestas en el centro hasta el próximo viernes.
La reacción al enfrentarse a este disyuntiva es «similar» entre las chicas y los chicos, «no obstante, hemos constatado que ellas, sobre todo a partir de 3º de ESO, van un paso por delante en cuanto a concienciación sobre igualdad de género».
Pérez reconoce que hay episodios de machismo o discriminación femenina en el ámbito escolar entre compañeros de clase, «aunque cada vez menos». «Nuestra sociedad, de la que la escuela es un reflejo, todavía perpetúa determinados clichés de género que algunos alumnos/as perciben en sus casa. Nuestro objetivo es hacer que las nuevas generaciones sean cada vez más conscientes de que la injusticia de la discriminación y, en la medida de lo posible, trasladen esta visión a sus hogares», señala.
Los colegios e institutos -considera- juegan un papel esencial para alcanzar ese respeto: «Todos los ámbitos de la sociedad son igual de importantes en la consecución de ese objetivo. Y el centro educativo, en el que se interrelacionan chicas y chicos durante muchas horas al día, es un escenario que la sociedad ha de aprovechar para ahondar en valores éticos y de justicia, como la igualdad de género».
Para ello, continúa, la forma de educar y enseñar en las escuelas ha evolucionado, en los últimos años, «en consonancia con los cambios que la sociedad -más visual, inmediata y global- va experimentando a todos los niveles». Además, «el hecho de que las mujeres se hayan incorporado cada vez más a la función docente normaliza la igualdad de género en aquello que los alumnos/as ven a diario en los institutos», dice Pérez.
El de Campclar puso en marcha, hace cuatro años, tres proyectos interdisciplinarios para caminar en esta línea: Dones referents, Ni més ni menys o Mircromasclisme.