Tarragona puede estar orgullosa, como la definió la compañera del ‘Diari’ Núria Riu, de ser «una ciudad amiga de las tortugas». Fue un ejemplo de implicación medioambiental en que se coordinaron las instituciones y la ciudadanía, con el papel fundamental de los voluntarios y voluntarias.
Según explica Txiqui López, coordinador del voluntariado, «fueron muchas las personas que se interesaron. Se inscribieron 230 personas, de las cuales alrededor de un centenar participaron en la custodia, aunque las personas más activas podemos cifrarlas en unas treinta. Éstas eran personas muy sensibilizadas con la preservación de la especie y con el hecho de que fuese una playa de Tarragona la escogida para la nidificación».
«La mayor parte de los voluntarios eran mujeres. En este caso podríamos decir las voluntarias y este es un hecho que se repite cada año. Más del 80% de personas voluntarias son mujeres», detalla López.
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¿Qué sintieron los y las voluntarias cuando vieron eclosionar el nido? Carme Rovira explica que «fue muy emocionante. Cuando ya empieza la eclosión de los huevos sale un pequeño cráter a la superficie y esto es indicativo de que en pocas horas las tortugas saldrán a la superficie. Pues bien, cuando llegué a la playa a cubrir mi turno a las 6 de la tarde observé que había salido el cráter. La persona del turno anterior me dijo que hacía una media hora que había salido. Esa noche me quedé a dormir en el nido por la emoción y para no perdérmelo, pues sabía que después del cráter vienen las tortuguitas. Llamé a todos para que estuvieran avisados que pronto las veríamos».
Para Dani Roig, «fue un momento muy emocionante. Creo que, en cierto modo, el nacimiento es una recompensa al esfuerzo que los voluntarios y el personal técnico dedicaron a este nido. Hay que destacar el hecho de que normalmente no todos los huevos de un nido llegan a eclosionar, pero de éste salió un porcentaje de crías vivas excepcionalmente alto. Ver que al final todo salió tan bien es muy satisfactorio».
Meri Alarcón sintió, por su parte, «un inmensa emoción, alegría e ilusión».
Para Emilio José Miras, «fue un momento precioso. Ver el momento de la eclosión y la cara de felicidad de todos los compañeros y compañeras fue algo mágico».
Los cuatro tienen claro que repetirán si una tortuga vuelve a escoger una playa de Tarragona. «Es una gran experiencia, y me reservo días de vacaciones para poder estar. Seguro que se repetirá y yo estaré allí para lo que haga falta. Ya llevo tres nidos y espero ver muchos más aunque por desgracia se cree que es una consecuencia del cambio climático y esa es la parte negativa», apunta Carme.
«Por supuesto que repetiré. Probablemente pronto volverá a pasar... Según los expertos que estudian a las tortugas marinas, su área de nidificación se está expandiendo hacia el Mediterráneo Occidental, debido al aumento de la temperatura. Hay que tener en cuenta que las tortugas son muy selectivas al elegir en que playa ponen sus nidos, porque necesitan unas condiciones ambientales concretas. Por lo visto en Catalunya, parece que prefieren las playas de la Costa Daurada y las del Maresme», explica Dani, biólogo de profesión.
«Repetiré, claro. Siempre que está en mis manos intento ayudar en todo lo que puedo en temas relacionados con el medioambiente y el respeto a la vida», comenta Emilio José.
«Repetiré el año que viene y los venideros», dice Meri.
No solo había voluntarios de Tarragona. Según López, «la procedencia era dispar ya que además este año se sumaba que el nido de Tarragona era el único de la temporada en Catalunya. Esto posibilitó que personas muy comprometidas con la especie viniesen de poblaciones lejanas para poder participar en la custodia».
A todos los voluntarios la Generalitat, el Ayuntamiento de Tarragona, el Port y el CRAM (Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos) les rindieron un homenaje. Merecido, por supuesto.
