Del Batmobile a los lagartos de V, el Thriller de Michael Jackson o Star Wars. El todopoderoso Terminator o Venom. No hace falta remitirse a Hollywood para adentrarse en el universo de ficción y los efectos especiales. Los hermanos Gallego, Juan y Toni, artistas ambos, polifacéticos y amantes de la gran pantalla, lo hacen realidad en El Morell. Pero no solo eso. Cualquier idea que se precie. Desde bodypainting a Carnaval, pasando por los pintacaras, caricaturas o todo tipo de attrezzo.
«Attrezzista, dicen. Pero me gusta más decir que soy un artesano», comenta Juan, el mayor de los Gallego. A pesar de que a los dos les une una misma pasión y colaboran por hobby o por encargo, las trayectorias de ambos son dispares. Los dos dibujaban de pequeños, como cualquier niño, pero hasta ahí los paralelismos. Juan rápidamente se decantó hacia la escultura, mientras que el camino de su hermano fue el de la ilustración y la pintura.
«Todo tiene que ver con el espectáculo», señala Juan. «Me inicié con los cabezudos y las bestias, hasta que entré en contacto con la Asociación Embruix y empecé a trabajar con diferentes materiales. Aunque estudié Bellas Artes, siempre he sido autodidacta porque hay cosas que no te enseñan», cuenta. En su trayectoria son importantes PortAventura, el Carnaval, el Seguici Popular, las Cabalgatas de Reyes o Halloween.
Tras su paso por el parque temático de Salou fue cuando se lanzó a crear su propia empresa Art-Temàtic, taller desde el que han salido, por ejemplo, la Vibrieta petita y el Bou petit de Tarragona y la Cuca del Morell, además de algunos de los primeros premios del Carnaval de Tarragona.
«Una de las cosas que hemos hecho ha sido el traje de Batman y el coche, con las medidas originales del Batmobile, para la Disfressa d’Or. Pero en poliespán porque tenía que pesar poco», disfraz con el que ganaron.
En este sentido, Juan reivindica la necesidad de que se tengan en cuenta los derechos de autor, «ya que a veces ni siquiera se menciona al escultor, sobre todo por las redes sociales», hecho que también ocurrió con la máscara de Voldemort y con la Xwing, de Star Wars.
«Fue un regalo de una comparsa a Starraco Wars. Era blanca con purpurina, por lo que me pidieron que la pintara de otro color más parecido a la película. Es negra. Aunque ahora está pintada de blanco porque la restauraron otras personas después y tampoco nombraron mi primera intervención».
El escultor fue precisamente el espejo de su hermano menor, aunque Toni se decantó por el trazo del carboncillo y encontró en el dibujo «una manera de expresarme porque era muy tímido». Otro referente fue Akira Toriyama y el manga. Luego el romanticismo de William Turner o el postimpresionismo de Van Gogh; Drew Struzan o Tàpies.
Está especializado en retratos y con 17 años ya tenía una notable demanda. Tras trabajar en mil y una ocupaciones, decidió darle oficialidad a su hobby y fue en la Escola d’Art de Tarragona donde salió de su zona de confort. «Me interesé por otras técnicas y estilos. Fue cuando empecé a tocar más los pinceles y la pintura».
A partir de aquí, todo un mundo: caricaturas o pintacaras. El paso del papel a la piel lo hizo a raíz de conocer a Alexandra, de la empresa Always. «Al principio te tiembla el pulso y te da miedo tocar la cara de los niños, hasta que coges seguridad. Me fascinó sobre todo cuando veía a los niños y niñas ilusionados al verse pintados. Podía hacer feliz a otra persona».
A continuación, de forma natural, llegó el bodypainting con las prótesis y complementos. «Finalmente lo hice más formal y la empresa Le da un aire es un homenaje a mi padre, que siempre decía Esto le da un aire a tal y cual, y celebramos como una pequeña inauguración íntima entre él y yo cuando todo empezó a coger forma», manifiesta Toni.
Muchas son las ideas de estos dos hermanos, pero en cualquier caso, Toni se queda con las emociones. «Me hace ilusión maquillar en todas partes, pero especialmente en mi pueblo porque veo las caras de la gente con la que he crecido y maquillo a sus hijos. No era algo que estuviera planificado. Surgió de pronto».
Un Tarracus demasiado cabezón
Tarracus, el original, salió del taller de Juan Gallego. Una flamante mascota con su 2017, el año que deberían haberse celebrado los Jocs Mediterranis en Tarragona. Sin embargo, no le fue fácil abandonar El Morell. «Hicimos dos cabezas», dice Juan. «Una no cabía por las puertas. Y ellos aún la querían más grande». Después, «no nos invitaron ni a su estreno», se lamenta el escultor.