«¿has estado alguna vez en el Cup Vell?» Hasta hoy esta era la única manera de saber sobre esta joya de la gastronomía tarraconense. En una sociedad marcada por el márketing digital, el ‘boca a boca’ sigue siendo la opción más fiable para los pequeños restaurantes. En este caso, fue mi buen amigo Sergio Lou, versado en el mundo del deporte y la gastronomía el que me habló del Cup Vell y lo hizo en ‘sottovoce’ como si de un secreto se tratara. Y esta aura de misterio lo hace atractivo desde el primer momento. Encontrar el restaurante ya es como hacer una gincana, ya que el local no dispone de cartel ni carta en la entrada, tan solo una puerta cerrada como si de una vivienda se tratara. Una vez te animas y pruebas a entrar, llamando con cierta vergüenza y la incógnita de ‘vaya usted a saber’ que te vas a encontrar. Y la sorpresa no defrauda, se abre ante nosotros un restaurante acogedor con tan solo seis mesas y una cocina a la vista.
El servicio corre a cargo de Albert, que se muestra cortés desde el primer momento y nos da la bienvenida, creándose desde el primer ‘hola’ un vínculo fraternal que es la piedra angular de la filosofía del Cup Vell. En la retaguardia el copropietario del restaurante junto a Albert, Pau dirigiendo la cocina cuál director de orquesta.
Cuando vas a casa de un amigo no le preguntas lo que hay para comer, pues en el Cup Vell tampoco, de hecho, no disponen de carta. Cierras los ojos y realizas un salto de fe, sabiendo, eso sí, que Pau y Albert escogen todas las mañanas los mejores productos a la venta entre la lonja de Sant Carles y el Mercat, con tan solo una regla: el género tiene que ser el más fresco y de proximidad ¿por qué buscar fuera si tenemos en casa lo mejor?
Empezamos el festival con una ensalada de lechuga, calçots a la brasa, pistachos caramelizados y olivada; un plato fresco ideal para abrir boca, junto a unas alcachofas escalivadas con parmesano y trufa. Ambos platos servidos en frío. Me gustaría hacer hincapié en el ‘timing’ perfecto, ya que apenas hubo espera entre plato y plato. El primero de los calientes, una pieza de cigala o ‘gadagang’ a la brasa abierto en canal, marisco fresco representativo de las costas tarraconenses; junto a unas gambas blancas peladas y confitadas con un sofrito de tomate.
Y el pescado del día, en nuestro caso una gran pieza de Dentón a la brasa del que dejamos limpias hasta las espinas y para acompañar una paella de arrossejat elaborado con el caldo de la cabeza del pescado. Ambos platos representativos de nuestra tierra en los que vemos una clara influencia de la cocina típica del Serrallo. Por último un ‘bonus track’ de porchetta de cerdo, cortado en finas láminas que se deshacen en la boca, cocinadas en baja temperatura y un braseado final para añadir una capa crujiente; sin duda un gran plato para dejar la comida vista para sentencia.
Y para terminar, como hacen los franceses, que de gastronomía saben un rato largo; un pequeño surtido de quesos nacionales de pequeños productores.
El concepto del Cup Vell no defrauda, pagarás alrededor de unos cincuenta euros por un menú degustación ideal para los amantes de la gastronomía que les gusta dejarse llevar por el criterio de los restauradores.