El aumento de la consciencia social para la descarbonización, el encarecimiento de la energía o las bonificaciones fiscales que impulsan las administraciones para los que apuestan por las energías verdes parece que están poniendo las bases de un boom del autoconsumo. Hay por delante un largo recorrido, pero cada vez se ven más placas solares instaladas en los tejados de particulares. Y no solo eso, sino que hay vecinos que han empezado a trabajar de la mano para hacer compras colectivas o incluso crear comunidades energéticas.
Este último es el caso de La Vall Sostenible, una asociación que agrupa vecinos de los municipios de Maspujols, L’Aleixar y Vilaplana. Su objetivo es preservar el medioambiente y el espacio comprendido entre los tres núcleos y una de sus líneas de trabajo es el impulso para la creación de una comunidad energética local que abastezca los tres municipios. «Es verdad que se empiezan a aplicar bonificaciones sobre el IBI, pero instala fotovoltaicas quien tiene una casa. Parte de la sociedad queda descolgada de esta revolución, por lo que apostamos por una comunidad energética», exclaman Carlos Avilés, vecino de L’Aleixar, y Eduard Parella, de Vilaplana, dos miembros de esta asociación.
Instala placas quien tiene una casa, pero muchos quedan descolgados y es por ello que apostamos por las comunidades energéticas
¿Y de qué se trata una comunidad energética? «Imaginad vuestra comunidad de vecinos, vuestro barrio o un polígono industrial y que todos ellos tuviesen como objetivo principal beneficiarse colectivamente de las mismas instalaciones de generación u otras medidas situadas en el entorno de dicha comunidad. ¿Qué supondría? Principalmente un aprovechamiento de la capacidad de generación eléctrica o térmica, una mejora de la eficiencia energética o un desarrollo de sistemas de movilidad sostenible, con potencial para un desarrollo de la gestión de la demanda en futuro», describe el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
«La primera tarea es hacer consciencia entre la gente, desenmascarar el marketing de los grandes oligopolios», denuncian desde La Vall Sostenible. De hecho, el origen de esta asociación de reciente creación es la lucha contra la línea de muy alta tensión (MAT) proyectada para unir centros productores de energía en Aragón con Barcelona.
Varios grupos y entidades ecologistas y de defensa del territorio de L’Aleixar, Maspujols y Vilaplana que hasta el momento no tenían relación entre ellos confluyeron en esta lucha y vecinos de los tres municipios vinculados a dichas entidades se unieron con La Vall Sostenible. «Queremos energía de kilómetros cero», defienden desde la asociación, que cuenta ya con más de un centenar de personas implicadas.
Las comunidades energéticas dan respuesta a esta voluntad de electricidad de Km0 y de autoconsumo, pero «falta marco normativo definido», marca IDAE entre los retos de este anhelado modelo para muchas familias. Desde La Vall Sostenible son muy conscientes de ello, por lo que perciben el proyecto a largo plazo. La idea sería colocar placas en espacios y terrenos públicos desde donde se repartiría la energía, aunque se encontrarían con limitaciones, como que los paneles no pueden estar a más de 500 metros de distancia de quien recibe la energía.
«Tenemos que movilizarnos, empezar a tirar adelante, que la gente esté informada y contar con la administración», dicen. De hecho, ahora están en el punto de sumar esfuerzos. En este sentido, explican que hace alrededor de un mes convocaron a vecinos y a los tres alcaldes en una charla «y están comprometidos».
«Queremos ser actores dentro de este proyecto», subraya el alcalde de Maspujols, José Antonio Rodríguez, quien señala que los Ayuntamientos, como administración, «tenemos que poner facilidades y también empujar porque, al fin y al cabo, el consistorio tiene más poder que una asociación». Desde L’Aleixar, el alcalde Antoni Abelló también destaca su compromiso y el interés que genera que los particulares pongan en marcha iniciativas, aunque destaca también la falta de legislación. En esta línea también se muestra el alcalde de Vilaplana, Josep Bigorra, que destaca las dudas que hay actualmente a nivel legislativo pero que, de momento, «trabajamos en las posibilidades que tenemos».
Paralelamente, cada municipio está avanzando en la apuesta por la reducción del consumo energético y las renovables. Por ejemplo, trabajan o ya han finalizado el cambio del alumbrado público por tecnología led, la mejora del aislamiento de edificios públicos para reducir el gasto energético o también tienen la intención de adquirir un coche municipal eléctrico.
En La Mineta también se organizan
En Reus, la asociación de vecinos del barrio La Mineta, que abarca el Passeig de la Boca de la Mina, el Passeig Nord y el Camí dels Cinc Ponts, también trabaja para la creación de una comunidad energética. Según cuenta el presidente, Xavier Panisello, el modelo que se plantea es crear una bolsa con todos los excedentes de los particulares. De momento, son conscientes que falta regulación, pero también que es un modelo que ya está en funcionamiento en países como Italia. Es por ello que lo que plantean es intentar sacar adelante una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), es decir, recoger 500.000 firmas y presentar la propuesta al Parlament. De mientras, lo que se ha hecho es una compra colectiva de placas fotovoltaicas para 32 familias del barrio que se adhirieron. «La primera fase, completada», dice Panisello.
Por otro lado, también cabe recordar que el Ayuntamiento de Reus trabaja en la creación de una comunidad energética en el polígono AgroReus y otra en el barrio Gaudí.