La mexicana Sara López, natal de Candelaria, es activista por los derechos de los pueblos indígenas y medioambientales en México y ayer acudió al Col·legi Sant Josep de Reus para explicar su experiencia como defensora de estas causas. La actividad se enmarca en el proyecto ‘Ciutats Defensores dels Drets Humans’, coordinado por el Fons Català de Cooperació al Desenvolupament y gestionado por la Comissió Catalana d’Acció pel Refugi. En la iniciativa, este año en su 14ª edición, participan 30 ayuntamientos, así como entidades e instituciones catalanas implicadas en la defensa y la promoción de los derechos humanos en el ámbito local e internacional. Hablamos con López.
¿Cuándo supo que quería dedicar su vida al activismo?
Era muy joven, con unos 14 años. Coincidió con mi formación política e ideológica a través de la teología de la liberación. Con dicha corriente me conciencié en la defensa de la tierra, el agua y el medio ambiente en general. Adquirí el compromiso en la defensa de las comunidades indígenas. Mi corazón siempre estará con ellas.
Por alguna de sus luchas la detuvieron. ¿Cómo lo vivió?
Sí. En 2009, me detuvieron por privación ilegal por la libertad de un funcionario público, al estar en la resistencia de las altas tarifas de la energía eléctrica. Hubo 36 órdenes de aprehensión y lograron detenernos a cinco. Suponían que éramos los cabecillas y el fin era descabezar el movimiento. Al ser detenidos, hubo protestas a nivel nacional e internacional y, por eso fuimos liberados. Por supuesto, tuve miedo y aún lo tengo. Los defensores corremos muchos riesgos, porque al gobierno no les convenimos. También recibimos un premio nacional como defensores de derechos humanos y Amnistía Internacional nos declaró presos de conciencia.
«[Las charlas] ayudan a hacer visibles las resistencias que hay en México. Explicarlo es importante, porque el gobierno no lo relata tal cual es»
«Los defensores corremos muchos riesgos, pues al poder no le convenimos»
¿Cuán importante considera compartir su experiencia ayer?
Esto ayuda a visibilizar las resistencias que hay en México, sobre todo ahora que en la península de Yucatán construyen una infraestructura millonaria, mientras se carece de agua, entre otros recursos, en varios poblados. Explicarlo es importante, porque el gobierno no lo relata tal cual es. Contar nuestra realidad crea una red entre países más allá de las fronteras, genera hermandad.
Lucha contra el mal llamado Tren Maya, macroproyecto ya iniciado, y contra el monocultivo de palma africana. ¿Existen soluciones?
Son proyectos, entre otros, que echan a perder todo lo conseguido por nuestros ancestros. Las soluciones son complicadas y lo que me empuja a seguir es pensar en que algo quedará, bien hecho, para quien venga después. Creemos imprescindible informar a las comunidades, pero lamentablemente aplauden al gobierno, pues les da becas y ayudas económicas a cambio de apoyo. No dejan de ser formas de control.
