El cambio de visión del Reus del futuro –del modelo expansivo a la consolidación de la ciudad ya existente– ha hecho que algunos proyectos se hayan quedado en solamente papel mojado. Es el caso del Àrea Residencial Estratègica (ARE) del Passeig Nord. La intención era que la ciudad se expandiera hacia el norte, con una superficie de 112 hectáreas. La mayor parte (el 76%) tenía que destinarse a espacios públicos y la parte restante, para uso residencial, comercial y zonas verdes. La previsión era construir más de 6.000 nuevas viviendas. Tenía que funcionar como un tercer anillo de circunvalación de la ciudad, con una función de nexo de unión entre las variantes Sur y Este. Fue un proyecto urbanístico polémico, nacido en la época del tripartito, paralizado con la crisis económica y que finalmente quedó enterrado en 2014 por la Comissió de Política Territorial i Urbanisme de la Generalitat de Catalunya.
Otro de los proyectos enterrados en esta última década es el de la construcción de tres torres de entre 10 y 15 plantas en la manzana del viejo hospital. En la sesión plenaria del mes de marzo de 2011 se aprobó modificar el uso de esta manzana a través del Pla d’Ordenació Urbanística Municipal (POUM). Pero jamás se alzaron dichas torres. El macroproyecto del gobierno municipal de entonces –con Lluís Miquel Pérez como alcalde– topó desde su anuncio con la negativa tanto de vecinos como de los grupos de la oposición.
El que también quedó en un cajón es el traslado del parking de camiones de la calle del Pintor Fuster (en avenida de Sant Bernat Calvó) fuera del núcleo urbano. En 2010, los vecinos de la zona ya pedían que el proyecto se acelerase para mejorar su calidad de vida. Hubo la idea de ubicar en este espacio una escuela, la Isabel Besora. El centro educativo empezó a andar de forma provisional en la calle Antoni Planàs i Marca, cerca de Sant Bernat Calvó, pero su ubicación final no fue el parking de camiones, sino la calle de Fuster Valldeperes. El aparcamiento sigue existiendo.
Proyectos a medias
Por otro lado, también hay proyectos que empezaron a ejecutarse, pero que no terminaron. Es el caso de la rehabilitación del Carme, que a día de hoy sus vecinos siguen reclamando su reactivación para frenar la degradación del barrio, con casas antiguas, abandonadas y que en más de una ocasión se han derrumbado.
El plan de rehabilitación integral se inició ya a principios de los 2000 con el objetivo de dar un nuevo aire al barrio, y se dio un empujón con la Llei de Barris de la Generalitat. Se reformaron una veintena de calles, se remodeló el entorno de la plaza de la Patacada, y la crisis dejó en el camino varios proyectos. Como ha remarcado en más de una ocasión el presidente de la Associació de Veïns l’Harmonia del Carme, Josep Machado, del plan integral «se ha ejecutado una ínfima parte», por lo que reclama que se reactive. Los vecinos subrayan que en el barrio hay más de un centenar de casas vacías, la mayoría en herencia, y que son necesarias medidas dinamizadoras.