Joan Busquets (1946, El Prat de Llobregat), es arquitecto, profesor en la Universidad de Harvard y director del estudio BAU Barcelona. Ha colaborado en el planteamiento de multitud de ciudades como Milán, Ginebra o Tolouse. En 2011 resultó distinguido con el Premio Erasmus y con el Gran Premio Especial de Urbanismo del gobierno francés. Estos días ha ofrecido su punto de vista en Cal Massó.
¿Cuál es el papel de Reus como ciudad?
En el marco catalán, seguramente Reus ha tenido el rol de las ciudades maduras. Son las que ya en el siglo XIX fueron relevantes, tuvierom su desarrollo industrial, su conexión con el tren... tuvieron todo un sistema de funcionamiento como ciudad, pero no la explosión de Barcelona y su entorno. Siempre pensé que, si sumamos la fuerza de estas ciudades –como Reus, Girona, Manresa o Figueres–, son tan importantes como Barcelona. Hoy se demuestra que tienen capacidad, no de alternativa a Barcelona, pero sí de complemento y de fuerza económica y social; le dan el apoyo para que no quede como una megalópolis sin estructura más que la suya propia.
Precisamente ahora se habla de eso, a raíz del proyecto de conexión de alta velocidad con Barcelona.
A veces se habla de ampliación del Aeropuerto del Prat, y salen Reus y Girona. ¿Qué significa esto?Que hay otro modelo posible. No es que el Aeropuerto de Barcelona no será el más internacional, no podemos decir tonterías, pero la complementariedad es buena para Barcelona y también para Reus, Tarragona o Salou. Debemos acostumbrarnos a ver así las ciudades: compiten entre ellas, pero a la vez se ayudan. Y eso no quiere decir que Reus sea igual que Girona, cada una puede desarrollar cosas diferentes y eso les da interés.
¿Por qué puede resultar positivo que se complementen?
Es absolutamente necesario. ¿Barcelona? Sí, pero si Barcelona no tuviese una área metropolitana potentísima con Hospitalet, Gavà, Martorell... Eso es lo que la hace fuerte. Si te encuentras a alguien de Martorell en París y le preguntas de dónde viene, te dirá que de Barcelona. Y no es Barcelona, es Martorell; y no pasa nada. A veces se concentran todos los esfuerzos en tratar de ser mejor que el otro.
¿Es positivo que estas ciudades intenten ponerse a la altura de las primeras?
No pueden hacerlo ni deberían quererlo. La fuerza de Reus es ser Reus. He trabajado en muchos lugares, conozco bastante Europa y las ciudades medianas tienen una fuerza enorme, aunque a menudo no se den cuenta. Son ciudades que tienen un futuro asegurado. Pongamos el ejemplo de París. Si vamos de vacaciones a un hotel del centro, es una maravilla. Pero si vivimos allí, seguramente no viviremos en el centro sino que tendremos que recorrer cada mañana y cada noche una hora y media apretados en el transporte. Esto está bien para gente de una cierta edad, pero no todo el mundo es igual. Lyon es una ciudad mediana, no pretende competir con París, pero tiene un éxito tremendo como residencia: ofrece apartamentos más céntricos por el mismo precio y está bien comunicada con París. Un chico o una chica de 20 años querrá vivir en París y hará lo que sea, pero unos años después, al ser mayor, cuando quizás tenga hijos, a lo mejor se lo piensa. ¿Es este un rol negativo? No, es tan importante como el de París y además también lo refuerza.
¿Qué queremos? ¿Cómo serán las urbes del futuro?
Queremos, sobre todo, poder elegir. Nos hemos vuelto más exigentes, en el buen sentido, y nos gusta tener opciones. Queremos poder ir un día en autobús y otro día en bicicleta. En la ciudad del futuro se ha superado la idea de ‘esto es lo que me toca’. Y en este sentido veo mucho potencial a la ciudades medianas.
¿Qué retos afronta una de las características de Reus?
Los principales son crear una ciudad menos polutiva y más justa. Y eso no se puede hacer imponiendo ideas, sino que la gente debe verlo. Que sepan que si minimizan el uso del coche favorecen muchas cosas y que si su nuevo coche es menos polutivo, mejor. Tenemos que usar lo que necesitemos y no más. La idea del reciclaje es fundamental. Hoy esto entra en las casas a través de los niños. Este cambio hará que las ciudades sean más verdes. ¿Dejarán de existir los coches? No, pero seguramente serán muy poco polutivos. No se puede ir en coche hasta a por el pan y apuntarse al gimnasio. Tener transporte público a demanda, el modelo suizo, será clave.
El Ayuntamiento está desarrollando aquí un plan de lo que llama urbanismo feminista. ¿Cómo ve este concepto?
Hay fenómenos de moda. La ciudad debe ser lo más igualitaria posible para el hombre y la mujer, y para el niño y el anciano. La tercera edad cada vez es más numerosa. Hay que cambiar la perspectiva. En América hablan de los ‘fifty plus’, la gente de más de 50 años. En España quizás es la mitad de la población. Hay que mirar que la ciudad sea para todos, también para quien va en silla de ruedas, aunque no todos lo usen igual.