A sus 83 años, Josep Maria Manresa toca el órgano de la Prioral de Sant Pere de Reus desde hace más de dos décadas. No es un profesional, sino «un aficionado litúrgico», detalla él mismo. Ahora, tras más de 40 años tocando las teclas de este instrumento ubicado debajo del rosetón, Manresa ha decidido dejarlo. Y es que subir la veintena de escaleras que separan la planta baja del órgano le fatiga cada vez más. «Si pudieran poner un pequeño ascensor, yo seguiría», dice bromeando.
Ahora que la decisión ya está tomada, lo que le preocupa es encontrar un relevo. «Supongo que encontrarán a alguien... Pero me doy cuenta que cada vez hay menos gente interesada en el órgano y, si hablamos de jóvenes, aún menos», señala. A Manresa le cuesta entender que esto suceda, porque a él, el órgano lo cautivó desde bien pequeño. Todas sus nociones musicales las adquirió cuando fue al seminario, en Tarragona, donde estudió música de la mano de mosén Francesc Tàpies.
Si Josep Maria Manresa terminó tocando el órgano de la Prioral de Sant Pere es más bien una casualidad. Y es que él es hijo de la provincia de Lleida, en concreto, de Cervià de les Garrigues. «Fue en 1964 que me instalé en Reus, donde empecé trabajando de conductor de camiones», recuerda. En ese momento, el organista de la Prioral era mosén Francesc Domènech, «pero murió en 1974 y fue entonces cuando me lo propusieron. Soy aficionado, pero sabían que tocaba el órgano, y así fue como empecé».
De eso ya han pasado más de 40 años y se conoce el instrumento como si fuera suyo. Ahora, lo toca cada sábado y domingo. Sube una veintena de escaleras, «y cuando llego arriba, lo primero que hago es dar las gracias a Dios y pedirle poder subir por muchos años más. Claro, que ahora...», dice con una sonrisa en los labios. Antes de nada, Manresa se dirige a un lateral y pone en marcha el órgano. Se dirige a la tarima, se sienta delante de los pedales y los dos teclados y, con los ojos cerrados, empieza a tocar. «Esto me transporta. La música me entra por dentro... No estoy en este mundo», dice emocionado. Se nota que Manresa ama este instrumento. Le fascina. «El órgano electrónico es una ventaja, pero no es lo mismo», subraya con un gesto de desaprobación, y añade: «Esto es un órgano porque tiene tubos. Es su esencia».
De repente, deja de tocar. Pulsa una de las teclas y no suena. Hace otro repaso y se percata que, además, hay una desafinación. «Hasta 2010, el organista titular de la Prioral fue Josep Maria Mas Bonet y, desde entonces, no se ha afinado más el instrumento...», dice, preocupado porque este órgano se deje perder.
Conocimientos litúrgicos
En cuanto al futuro organista que coja el relevo en la Prioral de Sant Pere, Josep Maria Manresa subraya un aspecto que considera esencial: tener conocimientos litúrgicos. «Es necesario conocerse bien las entradas, los salmos del día, los goigs... Si esto no se lleva dentro, es difícil poder acompañar correctamente una misa o acto religioso», remarca.
El día de Sant Pere será la última vez que Manresa tocará el órgano de la Prioral. «Los goigs de Sant Pere me los sé de memoria», dice. Aunque es una decisión que él mismo ha tomado y que la tiene muy clara, se le hace extraño que, en breves, deje de sentarse ante el órgano –con vistas privilegiadas de toda la iglesia– y haga resonar las notas que salen a través de sus imponentes tubos. «Espero que el órgano nunca quede en un segundo plano». Este es el deseo de un ‘aficionado’ con más de 40 años de experiencia.