Baches, basura y escombros en varios aparcamientos disuasorios de Reus

Los mayores solares habilitados como parkings gratuitos, en Països Catalans y los juzgados, arrastran carencias. Los conductores reclaman poner al día la grava y más limpieza

17 agosto 2023 21:51 | Actualizado a 18 agosto 2023 07:00

«Deberían adecentar el terreno un poco, tapar los socavones y que hubiese cierto control. Suelo dejar aquí los coches de casa y ya me han roto cristales, retrovisores, me arrancaron un foco y se llevaron un neumático», lamenta Cristian Vera, usuario del parking disuasorio del Pi del Burgar, cercano a los juzgados.

Este, con capacidad para alrededor de 200 vehículos, es uno de los mayores solares habilitados por el Ayuntamiento para estacionar gratuitamente. Más allá de la percepción de inseguridad –algunos sí la tienen, pero otros aparcan con plena confianza y sin problema–, la parcela acumula carencias: grandes baches, pilas de basura, restos de botellón y escombros emergen en la superficie de este y otros disuasorios. Los conductores reclaman poner al día la gravilla, limpieza y más vigilancia.

Reus dispone de un total de ocho zonas de aparcamiento de este tipo: Països Catalans (275 plazas), Sor Lluïsa Estivill (50), Raval de Sol i Vista (24), Roger de Llúria (42), Velòdrom (68), Badalona (140), Falset (21) y frente al Institut Pi del Burgar (200). Casi todas se concentran en el oeste. Por su ubicación estratégica, las emplean vecinos de la propia ciudad para sus gestiones pero también residentes en el entorno que acuden al municipio por trabajo e incluso turistas que buscan evitar los estacionamientos de pago durante su estancia. La más reciente es la de la calle de Falset y abrió en 2020.

En el disuasorio del Pi del Burgar –pero igualmente en otros como, por ejemplo, los de Països Catalans o el Velòdrom–, con el tiempo, el terreno en los accesos se ha ido hundiendo y baches de dimensiones considerables reciben a los conductores. El parking se inauguró hace más de una década, en verano de 2011. La gravilla que cubre la superficie «se ha perdido con las lluvias» y, hace pocas semanas, alguien colocó piedras para salvar los desniveles que se han formado.

Envases y desechos del botellón

«Casi no se puede ni entrar con el coche. Hay que pasar el primer tramo muy lento y con cuidado porque, si no lleva un vehículo alto, uno puede romper el protector del motor», añade Vera. Y destaca que en algunos puntos «hay cristales rotos de las bebidas del botellón».

A simple vista, además del vidrio, se aprecian latas de refrescos desgastadas por el sol, con apariencia de llevar tiempo allí. También hay piezas de ropa, envases de comida y de componentes de los coches, trozos de cañerías y hasta un retrete. Y restos de algún fuego. La imagen se repite, con más o menos intensidad, en buena parte de los disuasorios de tierra, mientras que los que están asfaltados ofrecen un mejor aspecto.

Otra conductora, Gemma Santaolaya, señala que el parking de la avenida de Marià Fortuny «tiene muchos baches, está algo sucio y suele estar saturado, pero siempre encuentras sitio» y destaca que es útil porque «está en el centro y es gratis». Atribuye lo irregular de la superficie a que «cuando llueve, se generan los agujeros» porque la grava se pierde. Y apunta que «si estuviera asfaltado, seguramente sería mejor».

Lo mismo destaca Archie, que acude a sacar el coche y constata que «todo el mundo aparca aquí porque está al lado de los juzgados, de la mutua y muy bien ubicado», pero «se encuentra bastante dejado y la tierra está mal. Antes había más gravilla, pero ya no porque la circulación de coches se la va llevando cuando llueve».

Probablemente por eso, «estos días atrás vi que alguien había colocado piedras», comenta. En cuanto a los desechos, Archie los explica porque «no hay papeleras para echar la basura y la gente la tira directamente al suelo». En su caso, «aparco en donde haya plaza, no me parece que el parking sea inseguro».

Y, tras estacionar, Maria afirma que «la inversión que se ha hecho aquí últimamente ha sido mínima» y sostiene que «se apuesta mucho por unas zonas y muy poco por otras». «La impresión que da es que hace bastante que no se limpia», expresa. Y añade que «a veces, ha habido sintechos». En cuanto al incivismo, «en una ocasión vine a sacar el coche y me habían tirado piedras de la gravilla encima».

Años atrás, este parking en concreto había llegado a convertirse en un cementerio de vehículos, con una cantidad importante de furgonetas o turismos abandonados o vandalizados. Pero el Ayuntamiento corrigió la situación.

En lo que coinciden los conductores es en que «si arreglan los disuasorios, los querrán hacer de pago». Y «eso no puede ser, porque la gracia es que sean libres». Aunque hay alguno que estaría dispuesto a pagar «cantidades simbólicas, bajas».

Plazas cada vez más demandadas

Cuestiones como el planteamiento municipal de sacar el tráfico a motor del núcleo, la supresión de plazas de zona blanca por la pacificación de calles y el despliegue del sistema de bici pública compartida, o la futura implantación de la zona de bajas emisiones ponen en el foco la importancia de contar con aparcamientos disuasorios que absorban la cantidad de vehículos que atrae la localidad y contribuyan a la potenciación de las nuevas movilidades.

Justo la semana pasada, abordando el tema de los puntos de Reus en los que se producen más atascos, el presidente de la Associació de Veïns de Xalets Quintana, Joan Maria Borràs, recordaba que «hay muchos solares municipales que están vacíos, sin uso, en la periferia y que podrían servir para asumir al menos parte de los vehículos que llegan sin que haya que pagar».

En la campaña del 28M, algunas formaciones hicieron apuestas en este sentido. Una de las más detalladas fue la del PSC, que ahora ostenta la alcaldía en la figura de Sandra Guaita. Proponía crear una decena de disuasorios más, repartidos por Reus y habilitados con sistemas de montaje rápidos y sencillos. Habrá que ver, aún, de qué manera se articula la acción de gobierno, dado que se ha previsto el impulso de un Pla d’Acció Municipal (PAM) que fusionaría las líneas de PSC, ERC y Ara Reus.

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