Una nueva historia medieval de Tarragona

El estudio del co-señorío tarraconense va a ser distinto gracias a la obra de Eduard Juncosa

19 mayo 2017 19:06 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:30
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El estudio de las instituciones jurídicas medievales en el ámbito local ha captado tradicionalmente la atención de los investigadores. Cuando, además, nos hallamos ante una determinada singularidad (jurídica, histórica o de cualquier otro tipo), el estudio adquiere unas dificultades añadidas que lo hacen, si cabe, aún más interesante. Tal es el caso de la ciudad de Tarragona a partir de los siglos XI-XII. En efecto, y por resumir, la ciudad fue erigida en las ruinas de la antigua Tarraco romana en virtud de una doble determinación. Por un lado, la del papa Urbano II, que en la bula Inter primas Hispaniarum urbes (1091) ponía bajo la protección apostólica la ciudad y su territorio y establecía las bases de la rehabilitación jurídica del arzobispado. Por otro, la de los condes de Barcelona (especialmente de Ramón Berenguer III), con la intención de expandir el ámbito colonizador de su condado en un claro avance hacia el sur hasta llegar, al menos, al río Ebro. De la confluencia de dichos intereses comunes surgió una configuración jurídica de la ciudad y territorio próximo (el ‘Camp de Tarragona’) que descansaría sobre la base de la existencia de un co-señorío entre el conde de Barcelona (después rey) y el arzobispo de Tarragona, y que, en líneas generales, se mantendría vigente hasta las Cortes de Cádiz.

Durante siglos, se consideró que los protagonistas de esta realidad señorial eran, de forma exclusiva, el rey y el arzobispo. A finales del siglo XIX, un jurista y erudito local, Emilio Morera Llauradó, publicó una magna y enciclopédica obra (Tarragona cristiana, 1897) que, como novedad, ponía tímidamente en el escenario a un nuevo actor, el tercero en discordia: la ciudad de Tarragona, sus representantes y sus habitantes. Décadas más tarde, Josep Maria Font Rius (desde la Historia del derecho), y Josep Maria Recasens Comes (desde la Historia general) abordaron el tema del co-señorío de la ciudad de Tarragona y su repoblación inicial. Sus trabajos abrieron una nueva y atractiva perspectiva al tema, examinando los problemas iniciales de la restauración y repoblación de la ciudad como consecuencia de una problemática más amplia, como era la de la consolidación del feudalismo y sus consecuencias jurídicas, económicas y sociales. Trabajos posteriores de otros autores (Th. Bisson, L. Mc Crank, Francesc Cortiella, Francisco Javier Faci, María Bonet) pusieron sobre la mesa nuevos interrogantes sobre la verdadera significación del co-señorío real y eclesiástico de la ciudad de Tarragona y su evolución a lo largo del período medieval. En especial, se abrían debates con perspectivas nuevas acerca de temas ya conocidos: ¿cómo se realizó la restauración cristiana en Tarragona? ¿El co-señorío era un acuerdo obligado por la necesidad ante la incapacidad o impotencia de una de las partes para doblegar o someter a la otra? ¿Cómo evolucionó este sistema organizativo a lo largo de los siglos? ¿Cuál era en realidad el papel de la ciudad y sus habitantes? ¿Cómo ejercían realmente su autoridad los señores? ¿Realmente existió el co-señorío? ¿O era un dominio compartido pro-indiviso?

Esta y otras muchas cuestiones hacía ya tiempo que requerían una nueva y profunda investigación. El autor de esta ingente obra investigadora es Eduard Juncosa Bonet, reusense, profesor de Historia medieval en la Universidad Complutense, que alcanzó su doctorado en el año 2014 y que ahora, en buena parte, ha sido publicada bajo los auspicios del CSIC en una espléndida monografía, titulada Estructura y dinámicas de poder en el señorío de Tarragona. Creación y evolución de un dominio compartido (ca. 1118-1462) (Barcelona 2015). Los límites cronológicos del estudio están claramente marcados (1118-1462): desde los orígenes de la instauración del co-señorío real y eclesiástico en la ciudad, hasta el inicio de la guerra civil catalana del siglo XV, que cambiará por completo el juego de relaciones entre los poderes de los co-señores y la ciudad. Tanto cambió, que en el fragor de la batalla la ciudad se proclamó en 1462 emancipada totalmente del señorío tanto del arzobispo como del rey. Lamentablemente, la ciudad, cuyos consols había afirmado que «Los ciutadans de aquesta Ciutat sien los pús liberts ciutadans de tota Cathalunya, per quant són de jurisdicció comuna», vio como dicha proclama quedó muy pronto en el olvido, pues en noviembre de ese año las armas del rey obligaron a la ciudad a su capitulación.

La obra se divide en dos grandes bloques. El primero está dedicado a examinar la constitución y estructura jurídico política del co-señorío de Tarragona. El segundo, al análisis de las dinámicas institucionales y expresiones del conflicto jurisdiccional. Estamos, pues, ante un estudio que quiere conjugar, y lo consigue a lo largo de sus casi quinientas páginas, una visión estática del análisis histórico de las instituciones locales con una aproximación dinámica a las personas y las actividades que realizan en ellas.

Una de las aportaciones novedosas de la obra radica en considerar que la configuración institucional del municipio tarraconense provocó una afirmación creciente de su autonomía ante los dos co-señores. En efecto, la relación de la ciudad con sus señores fue cambiante a lo largo del tiempo, pues por norma general se buscó el amparo y la protección de quien les proporcionaba mayores beneficios (políticos, institucionales o económicos) en cada momento u ocasión. Otra de las partes más complejas del estudio es la relativa a la presencia y participación política de los ciudadanos. La lectura atenta y análisis detallado de las actas municipales conservadas, junto con otra documentación, permite conocer por fin de forma clara los mecanismos reales de creación, organización y funcionamiento de las dos instituciones estables (Consolat y Consell General) que actuaban en nombre de la universidad, de renovación anual y dotadas de una enorme capacidad de influencia y presión sobre la autoridad señorial.

En conclusión, nos hallamos ante una obra destacada de investigación histórica, de factura ambiciosa, con riguroso método, pulcra redacción y excelente desarrollo. A partir de ahora, el estudio del co-señorío tarraconense va a ser distinto gracias a la obra de Eduard Juncosa. No en vano las palabras de Francesc de Vertamon, jurista tarraconense que a finales del siglo XVII defendió con ahínco los derechos de la Mitra ante la ciudad y el Rey, han guiado la laboriosa y brillante investigación de este autor:

«A vezes el valor con que se acomete un empeño allana los rezelos de emprenderle».

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