Mañana se presenta en la sala de actos de los Serveis Territorials del Departament de Cultura de la Generalitat a Tarragona un nuevo libro sobre la Guerra de Independencia en Tarragona: Tarragona 1813. El arduo camino hacia la liberación de Adam Gerard Quigley editado meritoriamente por la Associació Setge de Tarragona 1811. Quigley es un buen conocedor del tema, publicó en 2018 Antes morir que rendirse, sobre el asedio de la ciudad de Tarragona en 1811. Ahora nos ilustra con una nueva e interesante aportación sobre un aspecto muy poco conocido: la participación de la escuadra británica en los intentos (fracasados) de liberar Tarragona en 1813. Mediante la consulta de fuentes documentales conservadas en diversos archivos británicos (cartas, informes, apuntes, cuadernos de bitácora, diarios de operaciones), el autor se propone, y ciertamente lo consigue, que el lector viva en directo (hoy diríamos en streaming) lo que sucedió entre abril y septiembre de 1813 cuando dos grandes ejércitos, francés e hispano-británico, se enfrentaron por la victoria.
El libro se lee con avidez pues el lector, que conoce el final desastroso de la destrucción de Tarragona en agosto de 1813, va avanzando paso a paso en el recorrido que la guerra fue imponiendo en la primavera y verano de 1813. Todo lo que podía salir mal, salió mal. A través de lo que se conoce como «historia narrada», Quigley pone encima de la mesa las inquietudes, las dudas, los miedos, las alegrías y las esperanzas de unos militares que cumplían órdenes al servicio de una causa. Leyendo el libro estamos oyendo las voces de sus protagonistas, los estruendos de los cañones, los ruidos de los sables, las explosiones de las minas y la fusilería, las maniobras de las naves, el viento que las empuja y a veces las dispersa… Sin olvidar el agobio de los camarotes abarrotados de oficiales en espera de las órdenes de ataque, y las «conferencias» de los altos oficiales y generales en sus puestos de mando para planificar los ataques, en donde los españoles destacaban por fumar compulsivamente sus cigarros puros ante la sorpresa y desagrado de los británicos. Sin olvidar tampoco el cansancio acumulado, la falta de sueño o el hambre, así como los hechos más o menos anecdóticos que podían acabar muy mal: duelos entre oficiales, señales de aviso mal interpretadas (levantar un sombrero casualmente) que dan pie a malentendidos, piquetes de guardia dormidos por la borrachera, etc.
Se trata de una nueva e interesante aportación sobre un aspecto muy poco conocido: la participación de la escuadra británica en los intentos (fracasados) de liberar Tarragona en 1813La Guerra de Independencia contra Napoleón se alargaba desde hacía cinco años. El mando superior del ejército aliado hispano-británico estaba a cargo del general lord Wellington, que tras la victoria de Arapiles (Salamanca) cogería impulso para la ofensiva final contra las tropas napoleónicas. Con el fin de derrotar a los ejércitos napoleónicos, Wellington diseñó una estrategia para recuperar Vitoria (que sería liberada en junio de 1813): distraer la atención de los franceses atacándoles cerca de Alicante (segunda batalla de Castalla, abril 1813), y empujarles hacia Valencia. Posteriormente, atacar y recuperar Tarragona, y tener así rodeadas y cogidas, como por una pinza, a las tropas francesas de Tortosa y reino de Valencia. Esta estrategia fracasó parcialmente, pues como veremos los británicos dejaron Tarragona a su suerte (junio 1813), y los franceses se desplazaron rápidamente hacia el Norte, dejando Tarragona abandonada y destrozada (agosto 1813). Finalmente, las tropas francesas se reagruparon con sus tropas procedentes de Barcelona, derrotando a las tropas hispano-británicas en el Ordal y Vilafranca del Penedès (septiembre 1813).
En cuanto a los mandos militares, por parte francesa destaca el mariscal Suchet, viejo conocido de los tarraconenses por haber asediado la ciudad en 1811, y que demostraría nuevamente en 1813 que entendía la guerra como la destrucción y aniquilación total del enemigo. Por parte británica, el libro de Quigley aporta cuantiosa información sobre dichos mandos, tanto del ejército como de la marina. Destacan varios nombres. El general Sir John Murray, experimentado militar (India, Portugal), que recibe el mando del ejército inglés y derrota a Suchet en Castalla (abril 1813), y desde allí cumple órdenes de Wellington para desplazarse por vía marítima hasta Tarragona con un cuantioso ejército y flota, bien armada y pertrechada. Murray tenía fama de ser un militar aguerrido, pero también indeciso e influenciable. Fue destituido tras el fiasco de Tarragona y, por ello, juzgado en consejo de guerra en el que se le consideró culpable únicamente de haber abandonado la artillería en Tarragona. No cumplió condena pues el príncipe regente, futuro rey Jorge IV, forzó su absolución. Otro militar destacado fue el veterano almirante Benjamin Hallowell, que había servido junto al almirante Nelson en la batalla del Nilo (1798). Estaba al mando de la flota británica que transportó la tropa del general Murray para intentar asediar y recuperar Tarragona en 1813. Hallowell discrepaba abiertamente de la estrategia de Murray (a quien superaba en rango militar), y seguramente lamentó dejar abandonada a su suerte a la ciudad de Tarragona, pues intuía el destino cruel e inevitable que le esperaba (voladura por parte de las tropas francesas). El almirante informó a lord Wellington que la acción de Murray fue una «retirada precipitada» basada en la «indecisión extrema».
En una próxima Tribuna hablaremos de la tropa, de los servicios de información y del resultado final de esta campaña militar.