No topemos el alquiler desgravémoslo en el IRPF

Coincido en que la imposición de límites al precio de los alquileres, como la que pide el alcalde de Londres no es la solución, sino que acaba encareciéndolos

28 mayo 2024 20:03 | Actualizado a 29 mayo 2024 07:00
Lluís Amiguet
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Estoy cumplimentando mi declaración de la renta y descubro que un señor que vive de su sueldo y que quiere alquilar el piso que, por ejemplo, heredó de sus padres, si calcula lo que cuesta tenerlo en condiciones; pagar el IBI; la tasa de basuras, además de la cantidad de horas, llamadas, desvelos, supervisión de fontaneros, electricistas, el tejado, la comunidad y...¡Ay! Lograr que te paguen el mes y encontrar otros inquilinos cuando se van... Pues casi que no sale a cuenta...

Porque, a todo eso añádanle que en el IRPF lo que obtenga del alquiler tributará el mismo tipo impositivo que su sueldo. De forma que, al final, si calcula, Hacienda se lleva 3, 4, 5 y hasta 6 meses de lo que ganan alquilando su pisito si su salario es alto. ¡Pues, pensarán muchos, que alquile Hacienda!

A menos que lo hagas en negro. Y es que, como casi siempre en una Economía, prohibir, limitar, restringir e imponer consigue menos para la prosperidad compartida que incentivar. Tampoco limitar a golpe de decreto el precio de los alquileres en España los ha abaratado. Al contrario, han entorpecido un mercado que ya era de por sí disfuncional.

Por eso ahora coincido con el Financial Times, y con lo que me apuntan otros expertos que no son de derechas, en que la imposición de límites al precio de los alquileres, como la que pide el alcalde de Londres no es la solución, sino que acaba encareciéndolos.

Prohibir, limitar, restringir e imponer consigue menos para la prosperidad compartida que incentivar

Si lo que queremos son precios razonables, apuntan, deberíamos incentivar fiscalmente a los pequeños propietarios para que arrendaran las viviendas que no habitan. Ese incentivo fiscal, pues, debería ser a título personal y solo en el IRPF. De ese modo, evitaríamos que se beneficiaran de este rebaja impositiva los grandes fondos y tenedores de pisos si es que tributan en España.

Sería el modo en que mis amigos y familiares propietarios de algún piso que no se atreven a alquilar, porque no ven compensaciones en hacerlo y sí complicaciones y riesgos, lo pusieran en el mercado.

También daría fluidez a nuestro anquilosado mercado de alquiler de vivienda extender a todos los niveles de renta la actual deducción por ser inquilino que ahora solo beneficia a las más bajas.

¿Podemos permitirnos esa rebaja impositiva? Quienes creen que ya tenemos demasiado déficit, podrían aducir en contra de estos incentivos fiscales para pequeños propietarios que suponen una merma inadmisible; pero recordemos también que esos incentivos harían que tanto propietarios como inquilinos perdieran el interés por alquilar en negro. Y esa mengua de la elusión fiscal compensaría la supuesta pérdida de la recaudación tributaria.

Me temo que los dogmas pesan demasiado a menudo más en las decisiones políticas que los hechos

Sin embargo, me temo que los dogmas pesan demasiado a menudo más en las decisiones políticas que los hechos. Y para muchos en la izquierda rebajar impuestos, aunque sea a la clase media es pactar con el diablo.

Se trata de un caso parecido el de la negativa dogmática de cierta izquierda a convertir los impuestos -y reducirlos, sí; a veces puede ser progresista- en una herramienta para incentivar y desincentivar acciones en beneficio de todos que nos priva a muchos de recibir compensación por la sobre explotación turística que ya está provocando protestas en Canarias y Baleares: ¿Por qué no reducir el IBI y demás impuestos locales a los vecinos de las zonas con más turismo y aumentarlos a quienes más se benefician de él?

Al fin y al cabo, los que hemos conseguido que nuestro país valga la pena ser visitado somos también quienes hemos pagado impuestos durante años para que tenga seguridad, carreteras y playas limpias. ¿No merecemos también alguna rebaja fiscal?

Lluís Amiguet es autor y cocreador de ‘La Contra’ de ‘La Vanguardia’ desde que se creó en enero de 1998. Comenzó a ejercer como periodista en el ‘Diari’ y en Ser Tarragona. Su último libro es ‘Homo rebellis: Claves de la ciencia para la aventura de la vida’.

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