Si no tuviesen que cuidar de sus hijos/as o de familiares, 20.000 no deberían reducirse la jornada o abandonar el mercado laboral. La cifra no es menor y es solo una de las muchas que se dieron a conocer ayer en el coloquio celebrado en la sala Victoria Climent del Diari titulado Ni una menys. Vives, lliures i iguals.
Pero más allá de los datos que hablan por sí solos, me quedo con tres de las reflexiones que compartieron con el público los tres ponentes, Cilia Willem, directora de la Unitat d’Igualtat de la URV; Lluc Pagès, educador social y miembro de Homes Igualitaris de Catalunya y Tània Verge, la primera consellera d’Igualtat i Feminismes de la Generalitat. En primer lugar, que los derechos adquiridos en materia de igualdad se pueden perder en cualquier momento y no hace falta citar el nombre de un partido de la ultraderecha que niega la violencia machista.
En segundo lugar, que no se dará un salto cualitativo en materia feminista sin implicar a los hombres. Por último, que hay que dejar de ver las leyes en materia de igualdad como recomendaciones para pasar a considerarlas obligaciones como otras normas. En fin, que aunque se ha andado mucho, el camino aún es largo y no exento de peligros.