La semana pasada en Málaga, Granada y Cuenca fueron asesinadas cuatro mujeres y dos niños sumando nuevos casos a la imparable ‘violencia de género’. Mueren por ser mujeres, pero, sobre todo, porque los ejecutores del crimen no se comportan como seres humanos. Esto es algo que no se resuelve solo con leyes y vigilancia, sino con la formación de la conciencia.
Ratzinger avisaba: en la época moderna se ha pensado que el ser humano podría restablecer, por sus propios medios el paraíso perdido, y que la ciencia y la política iban a traernos el cielo que la religión solo podía prometer para la otra vida.
Hemos avanzado mucho en derechos humanos sobre el papel, pero prescindir del derecho natural y de los valores morales, es una solución equivocada.