En su 86 cumpleaños, Berlusconi recibió de Putin una «dulce carta» que acompañaba a un lote de 20 botellas de vodka. Le correspondió con una carta del mismo tono y botellas de Lambrusco.
No es la primera vez que esta amistad tiene cimientos vinícolas. En 2015, cuando visitó al líder ruso en la recién anexionada Crimea, descorcharon una botella de Jerez de 1775 de las bodegas Massandra, de una colección tan reducida que una había sido subastada por Sotheby en 50.000 dólares en 200.
Las extravagancias y amistades de Berlusconi adquieren importancia por su influencia en el gobierno italiano de extrema derecha. El magnate se resiste a desaparecer de la escena y cuando le dicen que se vaya a casa, responde. «¿A cuál?, tengo veinte».