El hacker más famoso del mundo vuela hacia su libertad. En sentido literal. A estas horas está en pleno vuelo dirección a la remota isla de Saipán en el archipiélago de las Marianas del Norte (yo también he necesitado un atlas), un territorio americano en el que la jueza Ramona Manglona certificará su libertad definitiva. No sé cuántas veces habré firmado pidiendo exactamente eso: que lo liberen. Todas las veces que me lo han pedido. Julian Assange ha sufrido el acoso sistemático de los gobiernos americanos y británicos (estos lo tenían preso en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh junto a los terroristas de Daesch). Julian Assange ha sido acusado de todos los vicios posibles, se le ha demonizado, vilipendiado, reducido a nada (cinco años viviendo en la embajada de Ecuador), por el simple hecho de exponer a la luz nuestras vergüenzas. Wikileaks reventó el oasis occidental, la superioridad moral de los aliados, de los defensores de la democracia. Wikileaks nos puso delante de un espejo que nos devolvió una imagen horripilante. El monstruo no conoce latitudes ni longitudes. El monstruo vive en todos nosotros. Al menos, ahora ya no podremos vivir en el engaño. Gracias Julian Assange.
Julian Assange
25 junio 2024 21:05 |
Actualizado a 26 junio 2024 07:00
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