El misterio del mal

11 septiembre 2024 21:15 | Actualizado a 12 septiembre 2024 07:00
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Se publican unas estadísticas sobre los delitos en España y salta a la vista una magnitud cruel: la delincuencia juvenil. Cada vez los delitos se cometen por jóvenes más jóvenes. ¿Por qué? La fragilidad de los adultos, obsesionados con la fragilidad de los jóvenes. El malestar de los adolecentes, obsesionados por su imagen y la saturación preventiva de sus necesidades (el yo omnipresente). Y luego el aislamiento, y luego la vida virtual, y el desaprendizaje del contacto de los cuerpos con cuerpos vivos, de las palabras con las palabras. Convivimos con varias generaciones ansiosas que sufren una extrema dependencia de las redes sociales, mientras el mundo «adulto» vive entre la desorientación y la culpa. En realidad, no hay respuestas, o hay demasiadas, lo que es lo mismo. Un joven de quince años, turista en Salou, quizás buen estudiante, quizás buen hijo, violó a una chica de dieciocho. Se multiplican los análisis de expertos sobre la era de la crueldad, el fin de la familia, la pulsión de matar a los padres, que es completamente natural en la adolescencia. La negación al otro de su persona. El cuerpo de la mujer como objeto. Observamos el misterio del malestar, pero no tenemos respuestas. Es aterrador, claro. Pero es así.

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