Eutanasia

05 marzo 2025 07:43 | Actualizado a 05 marzo 2025 07:43
Natàlia Rodríguez
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Rac1, más concretamente la gente de producción de Jordi Basté suele llamarme por la noche para pedirme una pieza de opinión. Hace un par de días fue sobre la eutanasia. Siempre les digo que sí, pero este vez les respondí sin reflexión. Soy católica, cristiana, agnóstica durante el día, creyente de noche y bastante rebelde. Me emociono en las completes de Poblet, o no puedo evitar los pelos de punta cuando recuerdo al papa Francisco solo en la Plaza de San Pedro rezando durante la Covid, bajo la lluvia, rodeado solo por la columnata de Bernini. Pero en pocas cosas creo más que en la eutanasia. Toda la vida cumpliendo con obligaciones absurdas, y la decisión más importante nos es negada. Qué clase de amor tendría un familiar o una pareja si no te dejase marchar y te mantuviese atado como una cometa al balcón. Llegado el caso, espero poder irme —ya me encargaré de ello— cuando me dé la gana. O cuando pueda. A partir de cierta edad, cuando uno aún cree ser medio joven, el goteo de enfermedades y pérdidas se hace constante y aleatorio. Siento que me lleva tocando la lotería desde hace tiempo y que tarde o temprano, por pura estadística, me llegará el sobresalto. Y lo tendré que llevar con deportividad y buen humor, sin miedo, algo dificilísimo porque lo que una querría es aferrarse a la vida con las uñas. La dignidad es un trabajo muy duro. La esperanza, también.

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