Casta de campeón. Eso es lo que exhibió el Reus Deportiu para llevarse el derbi ante el Calafell y derrotar al anfitrión en el infierno del Joan Ortoll en los cuartos de final de la Copa del Rey. Joan Salvat fue el héroe al marcar los dos goles rojinegros. El Calafell recortó distancias mediante Marimón, pero no pudo completar la remontada pese al calor de su gente. Ahora, al Reus Deportiu le espera en semifinales otro coco, el Liceo.
El Joan Ortoll dibujaba un escenario imponente. Una caldera en la que no cabía un alfiler más. Un público totalmente preparado para llevar en volandas a su amado Calafell en los cuartos de final de la Copa del Rey. ¿El problema? Que el Reus Deportiu estaba listo para interpretar el rol de villano y tampoco estaba solo, porque, aunque eran menos, los aficionados rojinegros que había en las gradas se iban a dejar la garganta para hacerse notar.
En la pista, la tensión se mascó desde el primer minuto de partido. Ambos equipos salieron contemplativos, tratando de no salirse del guion e intentando resguardarse de un susto en los primeros compases. Hubo ocasiones en el primer cuarto de hora, porque el talento ofensivo siempre aparece, pero Gerard Camps y Càndid Ballart no estaban por la labor de encajar a las primeras de cambio. Ambos coleccionaron cinco paradas cada uno para mantener el 0-0 en el marcador.
Salvat golpeaba primero
Hasta que, justo cuando en el marcador se reflejaban 10 minutos para el final de la primera mitad, el Reus golpeó primero. Maxi Oruste, ese argentino que en la cancha no hace prisioneros, lanzó un misil desde el lugar menos sospechoso. Desde el centro del campo, golpeó con el alma. Su bola salió disparada de su stick. Apenas se pudo contemplar su trayecto, pero Salvat estuvo atento y en el lugar y el momento adecuados para desviar lo justo la bola y abrir el marcador. El capitán celebró besándose el escudo en terreno enemigo. Es lo que tiene jugar con el corazón, que siempre da ventaja.
El Calafell recibió el gol y no se vino abajo. En este tipo de partidos, desconectar tras un golpe puede significar el final. No dimitió un conjunto de Guillem Cabestany que casi encontró el empate solo dos minutos después. Marimón encontró la grieta y definió de maravilla, pero el larguero primero y Ballart después evitaron la igualada.
El Reus, consciente del tesoro que tenía entre manos en forma de ventaja, trató de bajar las pulsaciones al derbi. El primer objetivo lo cumplió. Se fue por delante al descanso, aunque el Calafell tenía todavía mucha guerra que dar. La segunda mitad comenzó con más voltaje. Folguera y Casas amenazaron a Ballart y Camps a las primeras de cambio, pero sin éxito. Solo cuatro minutos después, el Calafell rozó el empate con una doble ocasión de Marimón y Folguera, pero Ballart cada vez se hacía más gigante.
El capitán del Reus aparecía de nuevo
Cuando el Calafell parecía que más apretaba, el Reus apareció. Otra vez fue su capitán. Joan Salvat se sacó un latigazo lejano repleto de fe que pasó entre un mar de jugadores para sorprender a Camps y colocar el 2-0 en el marcador. Los de Jordi García tenían el derbi en sus manos con 19 minutos por delante.
El Reus se sintió poderoso, más bien lo es, y con la doble ventaja en el marcador exhibió mucho poso. Supo en todo momento darle a lo que pedía cada jugada. Cuando tocaba temporizar, temporizaba, y cuando tocaba amenazar con transiciones, también lo hacía. Pero no mató.
Marimón recortaba distancias
El Calafell se intentaba agarrar a la épica y lo hizo con una jugada de tiralíneas. Miras encontró a Marimón liberado, que no fallaba en boca de gol con un remate a la escuadra con el que superaba a Ballart. 2-1 y 13 minutos por delante, mucha tela por cortar y el Joan Ortoll apretaba como nunca. Un infierno hecho llamas.
El Calafell rozó el empate en una clara ocasión de Domenech, en la que Ballart tapó el hueco. Los de Cabestany acabaron sin portero, buscando la heroica, pero este Reus es mucho Reus. Tiene casta de campeón.