Angela Merkel

Angela Merkel cumple 70 años. Cuando era doctorando en la Academia de Ciencias Físicas de la República Democrática Alemana en Berlín, allá por los años 70, con pantalones tejanos de contrabando, iba cada noche a la estación de Friederickstrasse. Allí coincidían las estaciones ferroviarias de Berlín occidental y Berlín oriental. Los trenes del oeste, amplios, luminosos, llenos de colores. Los del este, grises, sucios y casi sin luz. Ella se paraba en el andén del este para contemplar los trenes que iban al oeste. Más tarde, cuando se reunió con Putin en Sochi, Vladimir le confesó que para él, la caída de la URSS era el peor desastre del siglo XX. Ella le respondió que había sido el mejor momento de su vida. Angela no era perfecta, pero era honesta, coherente, solidaria y seria. La ética luterana. La sobriedad. Abrió fronteras y buscó la prosperidad a costa de una dependencia del gas ruso que ahora pagamos todos. Pero si alguien simboliza los valores de la Europa de la posguerra, es Angela Merkel. En su despedida, la banda militar tocó canciones pop populares de la RDA, ella tenía los ojos vidriosos y seguía el ritmo de los trombones con los pies. Ojalá la clonación humana fuese posible. Ella sería una de las primeras candidatas.