El 7 de abril de 1994 comenzó en Ruanda un genocidio que duró cien días del que fueron víctimas entre medio y un millón de personas, la gran mayoría de etnia tutsi a manos de los hutus. Hace 30 años de estas matanzas que fueron impulsadas por los medios, sobre todo por RTLM (Radio TV Libre des Mille Colines) que alentaba a coger el machete y matar «cucarachas».
Cuando los belgas se apoderaron de Ruanda en el siglo XIX clasificaron a la población por grupos étnicos en su documentación. En 1994 los hutus radicales instalaron controles y cuando alguien era tutsi lo mataban allí mismo.
Hoy está prohibida la identificación por etnias. Todos son ruandeses y el país, sin ser una democracia, es de los más estables de África, tras aprender la sangrienta lección.