Sobrevivir al 7 de enero, el peor día del año

06 enero 2025 23:14 | Actualizado a 07 enero 2025 07:00
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La fecha del 7 de enero debe ser de las más tristes el calendario. Lo es en nuestras ciudades y pueblos porque supone el fin de un período en el que, supuestamente, la felicidad forma parte de la agenda cotidiana. Los deseos de felicidad ajena se expresan sin complejos en los saludos más banales. Algo que igual debería perdurar todo el año, pero que durante veinte días inunda nuestro cotidiano. No es poca cosa. Remontar las Navidades no es sencillo. No lo es para quien las disfruta, ni lo es para quien las sobrevive con disgusto. El 7 de enero es un día extraño. Algunos dicen que es el peor día del año. Lo es también desde que en el 2015, los hermanos Kouachi abrieran fuego en la redacción del seminario satírico francés Charlie Hebdo y asesinaran a sangre fría a 12 personas. Un 7 de enero, el de del 2020, las autoridades chinas aislaron un nuevo tipo de coronavirus, el SARS-CoV-2. Fue el 7 de enero más 7 de enero de la historia, el verdadero fin de la fiesta y el comienzo de una pesadilla global, aunque ese día no prestamos suficiente atención y ni el más prestigioso de los futurólogos presagió lo que estaba por venir. La vida, para algunos más que para otros, se iba a cubrir de un velo de tristeza, soledad y orfandad. Ni a los que la tragedia solo rozó salieron indemnes o mejores, porque nadie aprende de la pena ajena y, casi nadie, de la propia. Cometimos errores de juicio, aunque algunos siempre, y también en esta ocasión, se atribuyan ahora una lucidez retrospectiva. Ni habiendo vivido esto sabemos que lo que no se quiere ver, o que a lo que se quita importancia, puede tenerla, y muchísima. Al principio no haces nada porque no es nada, y después ya no puedes hacer nada porque ya no tiene remedio. No somos capaces de descifrar qué nos hará daño en el futuro ni cuánto daño nos hará. El calendario tiene una constancia e insistencia extraña. La tiene los 11 de septiembre (atentados en Nueva York, golpe de estado en Chile, Guerra dels Segadors en Catalunya). La tiene los 11 de marzo (atentado de Atocha y tsunami en Japón). No sabemos por qué, pero sucede. Un día tiene 24 horas, con sus minutos y sus segundos, no tiene más. Pero hay días que se hacen eternos. Se sobreviven. Pasan. Todo pasa. También pasará el día de hoy. Esperemos que sin pena ni gloria. Un día más.

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