Multiplicar por seis la producción de energías renovables para poder cumplir con los objetivos marcados para el 2050, es decir, la descarbonización total y ser climáticamente neutros (no emitir más CO2 a la atmósfera) tal y como establece la Unión Europea. Multiplicar por seis no es sencillo. La situación actual de Tarragona no deja de ser sorprendente: es el principal productor de energía (renovable y no) de Catalunya con contundencia: el 67% de la electricidad de Catalunya se produce principalmente en las centrales nucleares de Asco y Vandellós y en los parques eólicos de la demarcación. El problema de la dependencia energética de Catalunya es un problema muy tarraconense. Los datos no tienen paliativos. En Tarragona sólo el 9% de la energía que se produce es renovable y en Catalunya apenas un 13%. El retraso con respecto al resto del Estado es tan clamoroso que incluso el Govern de la Generalitat no se ha cortado al hablar de ‘década perdida’.
Si Catalunya tiene un problema con la soberanía energética, Tarragona añade la complejidad de la industria petroquímica
Si Catalunya tiene un problema de soberanía energética, Tarragona añade el hecho de tener una industria petroquímica que tiene un alto consumo energético. Una industria que expresa su firme voluntad de invertir en procesos de descarbonización pero que ve –a veces con cierta desesperación– como el debate político se lleva por delante las oportunidades. Unas oportunidades que, por otra parte, admiten poco debate. Si realmente queremos alcanzar los niveles de descarbonización vamos a tener que tomar una decisión madura. Se han acabado los tiempos de la duda filosófica sobre quiénes somos y adónde vamos. Necesitamos luz y la necesitamos limpia. Queda poco tiempo, las necesidades son enormes, el reto descomunal si no queremos perder el tren definitivo de estas décadas. Nadie quiere perjudicar más a un territorio que estoicamente aguanta la mayor parte de la producción energética, pero el futuro requiere priorizar y ser valientes. Y tener la información correcta. Sobre todo que no nos engañen los cantos de sirenas.
