El consumo de alcohol y drogas es incompatible con la conducción de un vehículo y representa una de las principales causas de los accidentes de tráfico. A estas alturas esta aseveración surge como una obviedad que nadie en su sano juicio se plantearía siquiera rebatir.
Y, sin embargo, algo falla cuando los datos dicen que cuatro de cada diez tarraconenses fallecidos en la carretera habían consumido algún tipo de droga antes de montar en el vehículo. Las cifras son demoledoras, sobre todo porque el mero hecho de que una sola persona se ponga al volante o al manillar de un vehículo bajo los efectos del alcohol o la droga ya supone comprometer seriamente y poner en peligro no solo su propia integridad, sino también la del resto de usuarios de la vía.
Sigue habiendo muchos conductores con poca consciencia del riesgo que implica conducir tras ingerir alcohol o drogas
Y lo peor de esta noticia es que, lejos de disminuir, el porcentaje de fallecidos en accidente que han dado positivo a alcohol o drogas ha aumentado. Lo que pone de relieve que las reiteradas campañas de concienciación no han calado en muchos conductores. Ni siquiera lo ha logrado la gravedad de las sanciones, pues el Código Penal establece penas de prisión de tres a seis meses o multa de seis a doce meses o trabajos en beneficio de la comunidad de 30 a 90 días, y privación del derecho a conducir de uno hasta cuatro años por conducir con exceso de alcohol o bajo la influencia de drogas.
Esto, sumado a las sanciones económicas, que pueden ir de los 500 a los 1.000 euros y, además, suponer la retirada de entre 4 y 6 puntos del carnet. Pero parece que sigue habiendo conductores con poca consciencia de los riesgos que estas acciones conllevan y sus efectos en todos los que compartimos la vía, por lo que, además de aplicarles todo el peso de la ley, habría que estudiar y acelerar la puesta en marcha de mecanismos para que no puedan ponerse al volante de un coche tras haber consumido alcohol o drogas. Están en juego las vidas de demasiadas personas.