¡Ánimo, Morata!

Aprovecho estos días de parón futbolero para escribir con los ánimos más fríos sobre la angustiosa situación que vive el delantero de la selección Álvaro Morata –carne de meme en cada partido por alguna ocasión perdonada– y, de paso, solidarizarme con él. Porque vale que, como él mismo ha reconocido, «entiendo que se me critique por no haber hecho gol, me jode no hacer bien mi trabajo»; pero lo que resulta desde todo punto de vista inadmisible e intolerable es que haya aficionados –por llamarlos de alguna manera– que amenacen de muerte a su mujer y sus hijos, insultados en Sevilla al acudir con las camisetas de la selección con su nombre a la espalda. Pero, ¿dónde hemos llegado? «Ojalá la gente se pusiera en mi lugar de recibir amenazas, insultos a mi familia, desear que se mueran tus hijos, todas estas cosas. Luego cuando pasa una tragedia dirán que era buen chaval. Es así», denunció con una voz quebrada por el dolor, la inseguridad por la crítica, la indignación por el insulto y la amenaza… porque, en definitiva, la Eurocopa, un torneo para disfrutar, se ha convertido para él en un calvario. Una situación que merece una seria reflexión en el mundo del fútbol y en la misma sociedad. Porque animar cuando el viento sopla a favor es fácil, pero la grandeza de una afición se demuestra cuando anima a los suyos cuando las cosas no salen todo lo bien que uno desea. Y, sobre todo, porque una afición que insulta y amenaza a los hijos de un futbolista y una sociedad que lo permite y calla ante semejante barbaridad tienen un grave problema que deberían hacerse mirar. ¡Ánimo, Morata!