Bien por el PSOE, por su proposición para implantar el ajedrez en las escuelas.
He aquí algunos beneficios: este juego desarrolla la inteligencia y la capacidad de concentración; fomenta la responsabilidad que viene de asumir las consecuencias de nuestros actos; ayuda a pensar antes de actuar (ya que pieza tocada es pieza jugada), y, sobre todo, ayuda a ser pacientes.
Además, es retrato de la sociedad. El jugador apreciará el respeto a la jefatura del Estado y se dará cuenta de la importancia de la reina; sabrá valorar, aunque no sea de Montblanc, la solidez de las torres, cada una en su esquina, y el trote irregular de los caballos; el alfil (en inglés bishop) le recordará el peso social de la Iglesia, y los peones, la gente sencilla y numerosa que avanza en su vida paso a paso y con esfuerzo.
Y una lección final: terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja.