La noche electoral ha llevado a Vox a cumplir el peor de sus sueños: la irrelevancia. La suma imposible de una mayoría absoluta en el bloque de la derecha con el PP ha relegado a Santiago Abascal a un papel secundario, con menos representación parlamentaria y sin capacidad de condicionar un nuevo gobierno.
Un escenario que no contemplaba en ningún caso, pese a las llamadas a la prudencia que el líder de Vox venía haciendo en los últimos actos de campaña, y que ha repetido hoy, en los que insistía en advertir de que no se podía vender la piel del oso antes de cazarlo.
En la calle Bambú la sorpresa ha sido mayúscula y la incredulidad y la decepción se han apoderado de sus dirigentes y también de los escasos trescientos simpatizantes que se han acercado esta noche a la sede nacional del partido, adonde habían empezado a acudir al cierre de los colegios electorales con una idea muy distinta de lo que sería la noche electoral.
Pero, a diferencia de lo ocurrido en todas las citas electorales anteriores, esta vez no había mucho que celebrar. Vox sigue siendo la tercera fuerza política, pero se ha dejado más de 650.000 votos con respecto a los comicios de noviembre de hace cuatro años, en los que consiguió 3,6 millones, y más de tres puntos al pasar de un 15,8 a un 12,4 %.
Además ha perdido cerca de una veintena de escaños (baja de 52 a 33 diputados) y, con ello, una de sus bazas en la última legislatura: la posibilidad de recurrir leyes en solitario ante el Tribunal Constitucional que da tener medio centenar de asientos en el Congreso y que le propició tanto protagonismo en la última legislatura.
La caída más fuerte en escaños la ha sufrido en las provincias de Castilla y León, en las que ha perdido cinco de los seis que logró en 2019. Un descenso que duele especialmente en Vox después de haber puesto a esta comunidad, la primera que le permitió entrar en un gobierno de coalición con el PP, como modelo de lo que querían para el resto de España.
Con nueve diputados se ha quedado de los doce que tenía en Andalucía, donde parece haber arrastrado las consecuencias de las elecciones autonómicas del año pasado, en la que tampoco pudo con la polémica candidatura de Macarena Olona condicionar el gobierno del popular Juanma Moreno.
Dos ha perdido en Madrid (se queda con 5), la Comunidad Valenciana (con 5) y Castilla-La Mancha (3), y uno en Murcia (2), Extremadura (1), Baleares (1), Canarias (1) y Ceuta (se queda sin diputado). Mantiene su representación en Cataluña (2), Aragón (1), Asturias (1) y Cantabria (1).
En Vox tenían más que asumido que perderían escaños debido al sistema de reparto de la ley electoral que premia a las mayorías, pero sus encuestas internas eran mejores y les daban 40 diputados, lo que no veían tan mal si le permitía marcar agenda siendo la llave del nuevo gobierno.
Al final, no pudo ser y el escenario que ven ahora en Bambú es el de la repetición electoral.
