¿Vuelve el fracking?

El incremento de costes y la incertidumbre en el petróleo y el gas llevan a la UE a mirar de nuevo hacia el ‘shale gas’ de EEUU

21 marzo 2022 07:36 | Actualizado a 21 marzo 2022 15:32
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Esta semana, Carles Navarro, director general de BASF Española y máximo responsable de las actividades del Grupo en España y Portugal, además de presidente de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique), explicó, durante la presentación de resultados económicos de BASF en España en el año 2021, que los costes energéticos de sus plantas en La Canonja se habían multiplicado por 5,5 desde el pasado verano, y especialmente tras el estallido de la guerra en Ucrania.

Como consecuencia de ello, Navarro aseguró que «de momento no hemos parado ninguna producción, pero no descartamos tener que hacerlo». Con mayor o menor intensidad, las afectaciones del encarecimiento del coste de la energía (a consecuencia, principalmente, de la subida en el precio del gas) se extienden entre las industrias electrointensivas de toda la Unión Europea (UE), donde proliferan ejemplos como el del polo petroquímico de Tarragona.

La cotización del barril de petróleo de calidad Brent es un indicador habitual para tomar el pulso a la evolución de los costes energéticos.

El pasado jueves, Feique (organización de la que forman parte muchas de las empresas presentes en el polo petroquímico de Tarragona) se sumó al envío de cartas que diversas organizaciones empresariales de industrias electrointensivas hicieron llegar a los comisarios del Mercado Interior y de la Energía de la Unión Europea, exigiendo la adopción de medidas urgentes e inmediatas para atajar la «gravísima crisis energética generada por la evolución del precio del gas y los derechos de emisión», al alza desde finales del pasado verano.

La situación, calificada por estas organizaciones como de «emergencia industrial sin precedentes», hace «imposible mantener la actividad con estos precios eléctricos» y, de no enderezarse la situación en los próximos días, los ERTE y las deslocalizaciones de producción amenazan de sucederse en cascada.

«Desde el año 2010, en los EEUU, su independencia energética es total»

Maria Mas, directora gerente AEQT

Una semana antes, la industria química se había sumado también a un comunicado emitido por AEGE (Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía) y Unesid (asociación empresarial que representa a las industrias siderúrgicas en España) alertando de la situación de los precios eléctricos y de su impacto en la industria y en el empleo, y reclamando al gobierno español una reforma urgente del mercado marginalista eléctrico mientras dure la crisis energética, desacoplando el precio de los combustibles fósiles de la fijación del precio eléctrico en el mercado.

En este comunicado que desde la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT) también hacen suyo, las industrias electrointensivas constataban «una escalada nunca vista en los precios de la energía eléctrica, alcanzando el martes 8 de marzo un precio medio de 547 euros/MWh».

Cruzar la barrera de los 100 dólares por barril de petróleo Brent suele ser una señal de alarma en los costes energéticos

En el fondo, lo que ha saltado estos días a primera línea del debate es la soberanía energética del conjunto de la Unión Europea (UE) y su dependencia de las importaciones de gas y petróleo. Con la cotización del barril de petróleo Brent situada hoy en torno a los 100 dólares, es inevitable evocar el período 2011-2014, cuatro años consecutivos en los que el barril de Brent se mantuvo en esa cifra de tres dígitos... y que dispararon el fracking con el que los EEUU alcanzaron una soberanía energética sin precedentes.

Mientras la industria electrointensiva de la Unión Europea sufría (igual que sufre de nuevo hoy) el encarecimiento de los costes del gas y el petróleo, los EEUU desplegaban dentro de sus fronteras una tecnología (el fracking o fractura hidráulica) para explotar recursos fósiles no convencionales (el shale gas y el shale oil) que les permitió pasar de ser un mercado importador de gas a ser autosuficientes, e incluso exportadores.

Esta semana, la industria electrointensiva exigió a la UE medidas urgentes ante la crisis energética

La caída de precios del gas y el petróleo a partir del año 2015, con el barril de Brent muy por debajo de esa barrera de los 100 dólares, desvaneció el debate en Europa... hasta hoy. ¿Con precios de hidrocarburos de nuevo en valores de 2014, vuelve el fracking?

«El fracking nunca se fue. Decir que ‘se fue’ es una visión muy europea», responde Mariano Marzo, catedrático emérito de Estratigrafía y Geología Histórica de la Universitat de Barcelona (UB), además de director de la cátedra Transición Energética UB-Fundación Repsol.

En 2021, el 74% de las exportaciones de gas de Rusia, el mayor exportador del mundo, era a países OCDE de Europa

«Gran parte de la producción de petróleo y gas en los EEUU -recuerda Mariano Marzo- es fracking. El pico de producción del petróleo en EEUU fue en 1971, con 10 millones de barriles al día. Después, fue cayendo. A partir de 2010, y gracias al fracking, se reavivó, superando con creces el pico de producción convencional. En abril de 2019, la producción de los EEUU fue de 12,2 millones de barriles al día y se espera que este 2022 nos acerquemos a los 13 millones de barriles al día. El cambio de tendencia se llama fracking».

Y así es cómo llegamos hoy en el caso del gas, que sigue el mismo patrón, al momento actual, con «Europa ahora de rodillas, pidiendo Gas Natural Licuado (GNL) de los EEUU. Un gas que proviene de fracking, cuando muchos países de la Unión Europea tienen moratorias de producción, e incluso de exploración, del fracking... pero suspiramos por este gas».

«Tenemos a la UE de rodillas, pidiendo a los EEUU comprar Gas Natural Licuado que proviene de ‘ fracking’, mientras aquí hay moratorias a su exploración»
Mariano Marzo, UB

Las mismas contradicciones que han llevado a estados miembros de la UE como Alemania a acelerar el cierre de sus centrales nucleares, fiándolo todo al gas natural procedente de Rusia, y viéndose obligados hoy a quemar carbón a toda máquina en sus antiguas centrales recuperadas de urgencia.

A la vista de la emergencia energética que vive hoy la Unión Europea y su industria, discusiones recientes como la de la inclusión o no de la energía nuclear y el gas natural en la Taxonomía de la Unión Europea de actividades sostenibles «eran un debate, como mínimo, bizantino», reflexiona Mariano Marzo.

El 8 de marzo, los precios de la energía eléctrica en España alcanzaron un nuevo récord de 547 euros/MWh, que disparó las alarmas entre las industrias electrointensivas y motivó la petición de medidas de urgencia al Gobierno 

Las derivadas de ese ‘bizantinismo’ (la imagen de esos teólogos del Imperio Romano de Oriente discutiendo sobre el sexo de los ángeles mientras los otomanos asediaban Constantinobla) llegan hasta ese suministro de GNL por el que suspira hoy la UE, con entrada a través de la Península Ibérica y su red de plantas regasificadoras, y bombeo hacia el centro de Europa a través de un resucitado proyecto de gasoducto Midcat.

«Los contratos de GNL con mejores condiciones -alerta Mariano Marzo- se firman como mínimo a diez años. Si tú dices que quieres salir del gas antes, no podrás firmar a largo plazo. Es una subasta, en la que has de saber competir con China, y para firmar contratos a largo plazo hemos de ser capaces de asegurar que el gas durará más allá de 2030, como mínimo hasta 2035. Se requiere más pragmatismo».

Cuando, ya en 2010, los EEUU decidieron poner solución a su excesiva dependencia de la importación de recursos fósiles dándole a la máquina del fracking, algunas voces alertaron de que Europa también debería reaccionar. Su apuesta por las renovables, hoy a todas luces insuficiente, no ha llegado a tiempo ni tan lejos como debería. La dependencia de las importaciones de Rusia empeora la situación.

La UE quiere reducir este año en dos tercios su dependencia de las importaciones rusas

«En 2021, Rusia era el segundo exportador mundial de petróleo y productos condensados, solo detrás de Arabia Saudí: no estamos hablando de un cualquiera», observa Mariano Marzo, que añade que, en gas natural, Rusia fue el primer exportador mundial en 2021, « con un 74% de sus exportaciones de gas a países OCDE de Europa».

«A diferencia del petróleo -prosigue-, en el gas natural no hay un mercado global, y la UE ya se encontraba en una situación muy complicada antes de Ucrania. Las importaciones de energía son el talón de Aquiles de la UE».

Los contratos de suministro de Gas Natural Licuado no son a menos de diez años

Como también lo fueron para EEUU, hasta que decidió protegerse. «Desde el año 2010, en los EEUU, su independencia energética es total», coincide Maria Mas, directora gerente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), que destaca la posibilidad hoy de «recibir shale gas desde los EEUU, aunque con un coste de transporte y regasificación».

«Cuando el precio del barril [de petróleo Brent] está por debajo de los 100 dólares -reconoce Maria Mas-, en Europa nadie se plantea importar shale gas, porque no es competitivo y tenemos la alternativa de Argelia, en nuestro caso, y Rusia en el del resto de Europa. Pero, cuando este gas no llega, la alternativa, aunque sea a un precio caro, puede ser el shale gas. Incluso a un coste muy alto, la energía la necesitas».

«Las importaciones de energía son el talón de Aquiles de la Unión Europea»

Mariano Marzo, UB

«Has de transportarlo con barcos metaneros -prosigue Mas-, lo tienes que regasificar y poner en la red. La Península Ibérica tiene infraestructuras de regasificación que permiten recibir este shale gas, aunque sea a un coste muy alto. En cambio, el resto de Europa no tiene estas infraestructuras regasificadoras, porque se ha hecho muy dependiente del gas ruso, y ahora no pueden recibir el shale gas. Por eso se habla de recuperar el proyecto del gasoducto Midcat, con salida por Catalunya y el País Vasco, para llevar el gas natural al resto de Europa».

«Una obra de este calibre, sin embargo -precisa Maria Mas-, en menos de 18 meses es muy difícil tenerla. Aunque, por supuesto, todo depende de los medios que pongas, y si en algo somos buenos es en hacer cosas extraordinarias en situaciones extraordinarias».

La crisis energética por la guerra de Ucrania ha resucitado el proyecto del gasoducto Midcat 

Una situación extraordinaria que ha llevado a la Comisión Europea a fijar un objetivo tan ambicioso como el de reducir en dos tercios su dependencia de las importaciones energéticas rusas antes de acabar el año, a la vez que asegura que sus reservas estratégicas de gas estén a un 90% a principios de octubre.

Sobre ello, Mariano Marzo, de la UB, reflexiona: «Hace dos semanas, la Agencia Internacional de la Energía decía que en un año podíamos reducir la dependencia de Rusia en un tercio. La semana siguiente, sale la Comisión Europea con dos tercios. ¿A quién creer? Que no pase a ser un deseo más en la lista de actuaciones».

Gracias al fracking y al shale gas y el shale oil, los EEUU lograron pasar de importadores de gas a exportadores, acercándose a la autosuficiencia

«La UE -resume Marzo- son 27 realidades energéticas diferentes, de acuerdo con su historia. En tanto que no haya unidad política, seguirá habiendo 27 políticas energéticas intentando crear un proyecto común. Que cada estado miembro llegue a la soberanía energética es una quimera. A excepción de Dinamarca, 26 de los 27 son importadores de energía, con una dependencia de los combustibles fósiles en la UE del 71,3% en 2019. Porque no tenemos [combustibles fósiles] en Europa y no los queremos buscar. Y, aunque la electricidad sí que la podemos generar con fuentes más o menos autóctonas, la energía no. Reducimos el tema de la energía a la electricidad, y no es así».

«En el mejor de los casos -abunda Mariano Marzo-, la electrificación, que hoy está en el 20%, llegará al 50%, pero es algo que requiere de mucho desarrollo tecnológico, sobre todo para el almacenamiento. Y mientras tanto, la dependencia de las importaciones energéticas ha pasado del 56% en el año 2000 al 61% en 2019. Esto contrasta con los EEUU, que van hacia la autosuficiencia por el fracking».

«Pienso -concluye Mariano Marzo- que ya basta de proclamas con la transición energética. Hay que hacer una hoja de ruta realista y verificable, y que las cifras se cumplan. La Unión Europea es el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales. Ser el primero de la clase no es llegar a las ocho para la clase que empieza a las nueve: es sacar buenas notas al final. Y eso significa tener una energía más limpia, pero también lo más barata y segura posible. Hemos priorizado absolutamente el frente medioambiental y nos han sorprendido en los otros dos frentes».

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