Mascarillas sin ánimo de lucro

Pioneer Medical Supply. Esta empresa de suministros médicos, surgida en Tarragona en pleno confinamiento, mantiene su objetivo fundacional de combatir la especulación

05 octubre 2020 09:59 | Actualizado a 24 febrero 2021 13:07
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De un día para otro, pasamos de pagar 3,50 euros por una caja de 100 mascarillas FFP2 a que nos cobrasen 19 euros por una sola unidad. Eso, en el caso de encontrar alguna. La historia es conocida. Confinados en nuestras casas, mientras el tema de conversación para no pocos era el acaparamiento de papel higiénico y la falta de levadura para hacer pan casero, los profesionales que dependían de estos EPI para su trabajo diario no sabían a dónde acudir.

En esa situación se encontraron Beatriz Hurtado (Tarragona, 37 años) y Albert Rovira (Tarragona, 36 años). Ella, directora general de Serveis Sanitaris de Tarragona, una empresa dedicada a la prestación de servicios en el ámbito sanitario para empresas de la demarcación de Tarragona, muchas de ellas en el polo petroquímico de Tarragona y en la industria turística de la Costa Daurada. «Nos encontramos con que el personal sanitario no tenía EPI -explica Hurtado- y nosotros teníamos que seguir trabajando».
Algo similar le pasó a Albert Rovira, al frente de la Farmàcia Rovira de Tarragona y tercera generación en una saga de farmacéuticos surgida en 1946 en L’Espluga de Francolí. De repente, su farmacia, como el resto, había agotado las existencias de EPI y no podía dar servicio a clientes como Beatriz Hurtado. Entonces fue cuando Rovira pensó en un conocido que tenía en Barcelona, Jordi Camps (Cabrils, 45 años), que tenía una empresa de importación y exportación con un socio chino en Shanghai.

«Hicimos una primera importación de material para nosotros, directamente de China», explica Rovira. Muy pronto «nuestros clientes -añade Hurtado- nos empezaron a preguntar si también podíamos conseguirles EPI para ellos». Decidieron darle forma y, el 24 de abril, entre los tres fundaron Pioneer Medical Supply, con sede en Tarragona y un objetivo claro: no especular con los precios. «Cuando la gente estaba vendiendo a las empresas las mascarillas FFP2 a 19 euros la unidad, nosotros se las vendíamos a 2,80 euros», recuerda Rovira.

Empresas químicas e industrias de todo tipo han sido sus clientes. Tras varios envíos de material por vía aérea, encontraron un fabricante alemán de mascarillas reutilizables y con película exterior hidrófuga que les ayudó a dar fiabilidad a su cadena de suministro.

Fundació Topromi

Es con estas mascarillas (cuya comercialización mantienen a día de hoy) con las que entraron en contacto con la Fundació Topromi, que cuenta en La Canonja con un centro especial de trabajo. En él llevan a cabo el envasado de las mascarillas, que con un precio de venta al público de entre 3,50 euros y 4 euros, destina una parte del beneficio a esta fundación.

También el resto de proveedores son, en la medida de lo posible, locales. «Nuestra voluntad -explica Beatriz Hurtado- ha sido la de ayudar a las empresas de aquí: las cajas son de Valls, la serigrafía de logos personalizados en las mascarillas se hace en Vila-seca... Ha sido más un proyecto solidario que empresarial».

Van a seguir con él, enfocados en las nuevas necesidades que surjan en las empresas. Los arcos de reconocimiento facial, control de acceso, toma de temperatura y desinfección son su apuesta más reciente. Ya han instalado uno en la sede de Foment del Treball en Barcelona, y están a la espera de instalar otro en una industria del sector de automoción.

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