Incentivar vs. Dominar

En la administración pública y las políticas, incentivar suele generar mejores resultados que controlar

15 julio 2024 08:57 | Actualizado a 15 julio 2024 08:58
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La administración pública puede abordar el comportamiento de empresas y personas de dos maneras principales: incentivando o controlando. Estos enfoques pueden compararse con las tácticas de un jardinero y un ingeniero. El jardinero abona, nutre e incentiva el crecimiento de las plantas, mientras que el ingeniero planifica y domina cada aspecto del resultado final. En el ámbito de la política, incentivar generaría en muchos casos mejores resultados que dominar. Un gran ejemplo es la crisis de la vivienda.

El jardinero entiende que cada planta tiene sus propias necesidades y características. En lugar de forzar un crecimiento específico, proporciona un ambiente favorable para que las plantas crezcan naturalmente. Abona el suelo, asegura que las plantas reciban la cantidad correcta de agua y luz solar, y protege el jardín de plagas.

En la administración pública, incentivar significa crear políticas que fomenten comportamientos deseables sin imponer restricciones estrictas. Por ejemplo, ofrecer incentivos fiscales a las familias y empresas que invierten en la vivienda puede promover su construcción y arrendamiento. Estas políticas no obligan a las personas a actuar de una manera específica, pero les proporcionan beneficios atractivos.

Por otro lado, el ingeniero busca planificar y controlar cada detalle del proceso para asegurar un resultado específico. En la administración pública, esto se traduce en regulaciones estrictas y medidas de control que obligan a las empresas y personas a actuar de una manera determinada. Aunque este enfoque puede parecer efectivo a corto plazo, a menudo se enfrenta a resistencia y puede resultar no solo en una falta de innovación y flexibilidad, si no también en fracaso.

Tomemos el ejemplo de la regulación ambiental. Un enfoque controlador podría incluir leyes estrictas que prohíban ciertos materiales y métodos de producción. Estas medidas pueden tener éxito en limitar comportamientos negativos, pero también pueden ser vistas como restrictivas y opresivas. Las empresas pueden sentirse asfixiadas por las regulaciones y buscar maneras de evitarlas en lugar de adoptar prácticas más sostenibles de manera genuina.

El enfoque de incentivo tiende a ser más flexible y adaptable a diferentes contextos y necesidades. Las empresas y personas se sienten más empoderadas y valoradas cuando tienen la libertad de tomar decisiones que les beneficien a ellos y a la sociedad en general. Esto puede llevar a una mayor creatividad e innovación, ya que no están limitados por regulaciones rígidas.

Además, las políticas basadas en incentivos suelen generar una mejor cooperación entre el gobierno y el sector privado. En lugar de ver al gobierno como un adversario, las empresas pueden verlo como un socio que les ofrece oportunidades para crecer y prosperar. Esta relación colaborativa puede conducir a soluciones más efectivas y sostenibles a largo plazo.

Un caso emblemático de incentivo en lugar de control es el programa de bonos de carbono. En lugar de imponer límites estrictos a las emisiones de carbono, los gobiernos permiten a las empresas comprar y vender créditos de carbono. Las empresas que reducen sus emisiones pueden vender sus créditos a aquellas que necesitan más tiempo para adaptarse. Este sistema incentiva la reducción de emisiones y proporciona flexibilidad a las empresas para encontrar la mejor manera de cumplir con sus objetivos ambientales.

Incentivar suele generar mejores resultados que controlar en la administración pública y las políticas. El enfoque del jardinero, que nutre y abona el terreno, crea un ambiente donde las empresas y personas pueden crecer y prosperar de manera natural y sostenible. Este enfoque flexible y colaborativo fomenta la innovación, la cooperación y el desarrollo a largo plazo.

Armand Bogaarts es emprendedor

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