La saga de GameStop ha sido el evento que más titulares ha acaparado en la prensa financiera en este principio de año. Para quién no haya seguido la historia GameStop, es una cadena de tiendas de videojuegos en Estados Unidos.
El negocio iba de capa caída, como es lógico en un mundo donde los juegos se descargan de la «nube», y varios inversores habían apostado a la baja, «vendiendo en corto» en la jerga del mercado.
Tanto entusiasmo tenían los bajistas que las posiciones cortas superaban el número de acciones en circulación.
Alguien se dio cuenta y ejecutó un «apretón de cortos» (o short squeeze en inglés), que consiste en forzar el precio al alza para que los cortos, que han tenido que tomar títulos en préstamo y aportar colateral, se vean obligados, por el incremento del colateral, a cerrar sus posiciones.
Hasta aquí nada raro, identificar una posición débil y cebarse con ella hasta hacerla saltar es una actividad tradicional en el mundo de la especulación -Soros contra la libra es un ejemplo clásico- y mantiene la disciplina en los mercados.
Lo asombroso en la historia de GameStop es que el «especulador» era un grupo muy numeroso de inversores no institucionales coordinados a través de una plataforma similar a nuestro «forocoches».
La cadena de tiendas de videojuegos en EEUU pasó de 20 a 500 dólares por acción en diez díasPara entender por qué nos parece asombroso, pensemos que las posiciones cortas son siempre la mitad de las largas (si vendo sin tener 100 títulos y los pido prestados yo tengo -100, quien me los haya comprado +100 y quien me los haya prestado +100), así que el número de agentes que tienen que mantenerse disciplinados y no vender mientras se ejecuta el «apretón» deben tener al menos tantas acciones como los cortos.
Si pensamos en el «apretón» en términos de teoría de juegos, en la estrategia de cada agente con una posición larga siempre está la decisión de mantener la posición o anticiparse a los demás y venderla, el último que lo haga pierde el juego (para los interesados es un ejemplo clásico del «dilema del prisionero»).
La dificultad de coordinar la respuesta sin que nadie se anticipe es tal que hasta ahora ese tipo de especulaciones nunca implicaban a más de una decena de jugadores, normalmente muy grandes y sofisticados. Para juzgar si la coordinación entre miles de individuos a través de la plataforma digital es posible basta con observar el precio de GameStop; en los diez días que duro el apretón pasó de 20 a 500 dólares por acción.
No se nos ocurre un mejor ejemplo que este de la revolución que supone la adopción del «sistema telemático de coordinación del trabajo» que ha nacido de la pandemia.
Sin duda no podemos ni imaginar el impacto que va a tener en el crecimiento de la productividad en los próximos años.