Francia es el primer país del mundo que ha decidido prohibir los vuelos nacionales que tengan una alternativa en tren de menos de dos horas y media de duración. Esta medida, vigente desde ayer, está incluida en la Ley del Clima aprobada en agosto de 2021, y su objetivo es luchar contra el cambio climático a través de la reducción de emisiones de CO2.
Se aplicará durante tres años para posteriormente evaluar su efectividad. Eso sí, los trayectos en tren que obliguen a suprimir los vuelos entre dos ciudades cercanas deberán tener «frecuencias suficientes y horarios adecuados», además de que la conexión permita al pasajero estar al menos ocho horas en el destino.
Desde el Ministerio de Transportes galo celebran la medida como un «paso esencial» y un «fuerte símbolo» en la política de reducción de emisiones de gases.
Sin embargo, las asociaciones aéreas están en contra. El director de IATA, Willie Walsh, calificó la medida de «completamente absurda» y aseguró que «no sirve para nada». Según los cálculos de Eurocontrol citados por IATA, si se eliminaran todas las rutas de menos de 500 km en Europa, se suprimiría el 24% de los vuelos, pero las emisiones de CO2 caerían solo un 3,8%.
El presidente de la Asociación de Líneas Aéreas, Javier Gándara, cree que esta medida sería ineficaz en España, donde solo reduciría un 0,9% las emisiones y supondría un problema de conectividad.