Los trastornos mentales y de comportamiento en el ámbito laboral han adquirido un especial protagonismo en los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia de la covid-19.
Según los datos de un estudio de InfoJobs realizado este año sobre el abandono del empleo en España, hasta un 23% de los trabajadores se planteó en 2021 dejar su puesto de trabajo, y un 27% se planteaba hacerlo este 2022. La salud mental encabeza las razones que impulsan a estos empleados a abandonar su empleo.
Según el Observatorio de Salud ‘Estudio de la evolución de los trastornos mentales y del comportamiento en la incapacidad laboral’, elaborado por Fremap -mutua colaboradora con la Seguridad Social- durante el periodo 2015 a 2021, los diferentes indicadores analizados sobre los procesos de incapacidad temporal derivados de los trastornos mentales y del comportamiento experimentan un incremento, que se refleja en los distintos grupos de edad y género.
El impacto de la pandemia es especialmente significativo en el incremento de la duración media de las bajas finalizadas. En el año 2021, las bajas por trastornos mentales y de comportamiento alcanzaron el 6,54% del total y ocasionaron el 15,04% de los días de baja. En 2015, estas enfermedades fueron el 6,10% del total de las bajas y el 13,03% de los días de incapacidad temporal.
Entre los diferentes estudios publicados estos últimos días, coincidiendo con la celebración el pasado 10 de octubre del Día Mundial de la Salud Mental, se pueden extraer cifras y números realmente preocupantes sobre estas enfermedades en el ámbito laboral.
Por ejemplo, el II Observatorio Adecco sobre Bienestar emocional y factores psicosociales revela que el 65% de las empresas asegura que el riesgo de padecer el síndrome del ‘trabajador quemado’ (burnout) se ha incrementado en el último año. Y casi el 60% de las compañías considera que la ‘renuncia silenciosa’ (quiet quitting) ha aumentado también en el último año.
Componente emocional
Este observatorio de Adecco, que pretende poner de manifiesto cómo la variable psicosocial afecta a las empresas y a sus plantillas, también destaca que 6 de cada 10 empresas afirman que más de la mitad de sus trabajos tienen un alto componente emocional (ocupaciones que suponen el trato con personas fundamentalmente) y un 12% de ellas reconoce que más de la mitad de sus empleados se han visto afectados por trastornos psicológicos como ansiedad, depresión, estrés postraumático, etc.
En cuanto a los generadores de estrés, el estudio destapa que el 59% de las empresas cree que éstos se han visto más afectados por la crisis económica y otros factores externos que por las propias condiciones laborales. El 64% de las organizaciones cree que los estresores suelen estar vinculados a la carga mental por las tareas a desarrollar en el trabajo.
Detrás de estas estadísticas se esconden algunas preguntas que el Diari ha intentado encontrarles respuesta consultando a diferentes expertos en el tema. ¿A qué se debe este aumento de las bajas laborales por salud mental? ¿La estigmatización de estas enfermedades es mayor en este ámbito? ¿Cuentan los trabajadores con mecanismos para combatir este problema?
Carlos Alcoba es el responsable de bienestar, salud mental y estigma en el mundo laboral en Obertament, una entidad que desde hace 10 años lucha contra el estigma por razones de salud mental. Como experto en el tema, Alcoba -quien también es colaborador de la Fundació Factor Humà- tiene claro que «la pandemia y las condiciones laborales han acentuado los problemas de salud mental de muchas personas, que si no fuese por esto no los hubiesen experimentado. Pero también hay que tener en cuenta que la salud mental estaba muy escondida y la pandemia ha abierto la ventana para que se hable de ella. Ahora, todo el mundo ve que por fin se puede hablar de la salud mental y existe un ‘boom’. Mucha gente que vivía este problema en silencio en el trabajo, ahora es capaz de hablarlo y de pedir ayuda».
Elizabeth Foix, responsable de salud laboral de la Unió Intercomarcal del sindicato CCOO en Tarragona, coincide en que «desde nuestro sindicato hemos constatado en los últimos años un deterioro general de la salud mental en el trabajo, influenciado por la pandemia, que ha sido un condicionante importante para sacar a la luz un problema que ya existía».
Uno de los cambios más importantes en nuestra manera de trabajar que ha traído la pandemia de la covid-19 ha sido el teletrabajo. En este sentido, Rosa Pérez, responsable de sanidad de UGT en Tarragona comenta que «la pandemia nos ha impulsado de manera acelerada hacia el teletrabajo, sin cuidar antes los riesgos psicosociales, ergonómicos ni organizativos que comporta. Nuestra casa era último espacio de la esfera privada, a pesar de que era una paz interrumpida por constantes e-mails, mensajes de texto, etc. Ha habido un desequilibrio entre las exigencias y los recursos que teníamos para afrontarlas».
Pero no todo habría que achacarlo a la pandemia. Foix incide también en que «la precariedad laboral y la salud mental están interconectadas. Los problemas de salud mental tienen una relación directa con las condiciones de trabajo. La precariedad genera riesgos psicosociales (contratos irregulares, cargas de trabajo, inestabilidad laboral, salarios bajos, problemas para conciliar la vida familiar con el trabajo, etc.)».
Sin olvidarnos, como factor que también ha podido influir en un aumento de los trastornos mentales en el trabajo, de «la recesión económica, que aporta temor a perder el trabajo, incertidumbre y precariedad, empeorando las condiciones de vida», añade Rosa Pérez, quien tampoco pasa por alto «el no tener una distribución clara de la jornada, los tiempos eternos de disponibilidad y la nula garantía de los descansos y desconexiones durante la jornada».
La estigmatización
La estigmatización y el tabú que suponen las enfermedades mentales se agrava en el ámbito laboral. Según una encuesta realizada por Hays, una empresa de selección de personal, casi la mitad de los trabajadores asegura que no es capaz de hablar abiertamente con su responsable sobre su propia salud mental.
Coincidiendo con el Día Mundial de la Salud Mental, el pasado 10 de octubre, Hays preguntó a más de 26.800 encuestados de todo el mundo si podían hablar abiertamente con su responsable sobre su salud mental y poco más de la mitad (51%) señaló que estarían abiertos a hacerlo, mientras que el 49% indicó que no.
Alcoba reconoce que «la salud mental en el trabajo era el gran tabú, por la productividad, por llegar a todo, por el estrés, etc. Todo esto hacía que mucha gente pensase que los trabajadores con problemas de salud mental no podían cumplir con lo que se les exigía. Pero esto no es así, porque los problemas de salud mental son temporales». Este experto también señala que «el trabajo es un espacio de transformación del estigma de la salud mental brutal, porque pasamos muchas horas. Y el trabajo condiciona mucho la salud mental, pudiendo generar malestar entre los empleados».
Por eso, para este miembro de Obertament, «el abordaje de la estigmatización es fundamental por parte de la empresa. Antes de hacer nada, la empresa tiene que romper con este estigma para que, por ejemplo, el trabajador no tenga miedo a decir que ha ido a visitarse al psicólogo del trabajo». Según Alcoba, «uno de cada cinco trabajadores (20%), en este momento, pasa por un problema de salud mental en el trabajo. Pero hay quien no lo dice por miedo a lo que pueda pasar y también, a veces, la gente es incapaz de reconocer lo que le está pasando».
Esconder el problema
Por este motivo, «la mayor parte de los profesionales esconde su problema, porque prevé que, si se sabe, puede ser discriminado y será algo que tendrá un impacto en su futuro laboral», comenta Rosa Pérez, quien añade que «el estigma hace que un colectivo de personas pasen a ser vistas, pensadas y tratadas mediante un prisma lleno de prejuicios y falta de información. Las personas con problemas de salud mental son consideradas incapaces para tomar decisiones, imprevisibles, débiles y agresivas. Estereotipos alejados de la realidad pero que influyen en el comportamiento de la sociedad».
¿Y la empresa, qué parte de responsabilidad tiene? En el II Observatorio Adecco sobre Bienestar emocional y factores psicosociales, casi el 80% de las compañías consultadas asegura que las cuestiones de salud psicológica deberían tener un mayor tratamiento en los convenios colectivos. Y el 92% de las organizaciones cree que los poderes públicos deberían dar mayor apoyo a empresas y trabajadores en la gestión de la salud mental.
Rosa Pérez destaca que «son poquísimas las empresas que facilitan un entorno agradable para trabajar. La alta precariedad tampoco ayuda. Suele ser una batalla constante el recordar la importancia de prevenir los riesgos psicosociales de origen laboral. El suicidio de la trabajadora o trabajador se puede ver influido por unas malas condiciones de trabajo. Y aquí, el estrés laboral juega también un papel cada vez más importante como factor de riesgo psicosocial en las empresas y, por lo tanto, tiene que ser prevenido».
Carlos Alcoba coincide con la representante de la UGT en que «es importante crear un ambiente de bienestar en el trabajo y esto algo que se consigue de manera conjunta entre empleados y empresas, a pesar de que tienen que ser estas últimas las que lo tienen que abordar más directamente y mejor. Por ejemplo, muchas veces los directivos están pendientes de los problemas individuales y se olvidan del colectivo».
Sobre este punto, Elizabeth Foix defiende la idea de que « estos riesgos se podrían evitar si se identifican correctamente y con medidas preventivas por parte de las empresas para ayudar a los trabajadores. Pero existe una escasa prioridad por parte de las empresas. Un 18% de las empresas españolas no hace ninguna evaluación de riesgos entre sus trabajadores, planificadas y con medidas preventivas. Y del resto que sí la hacen las recogen de una manera genérica. Y que hagan una evaluación de los riesgos psicosociales sólo hay un 1,1% de las empresas».
Los problemas de salud mental y del comportamiento, en el año 2021, estuvieron detrás del 15% de los días de baja -tramitados por el Sistema Nacional de Salud- que se cogieron los trabajadores españoles, una cifra nueve puntos por encima del año 2015. Es en este punto donde los médicos de familia también tienen una opinión más que importante sobre el tema. Mireia García-Villarrubia, vicepresidenta del Col·legi de Metges de Tarragona y médico de familia, explica que «nos encontramos con muchos problemas laborales en los pacientes de nuestras consultas, problemas que exceden de nuestras competencias. Intentamos redirigirlos al sindicato, a su referente en el trabajo o en la empresa, pero te dicen que no les hacen caso. Es complicado. Todo ello les crea un estrés mental, además del que ya tienen por todos los problemas laborales».
García-Villarrubia reconoce que «damos bastantes bajas por este motivo y siempre te encuentras con el dilema: ¿envío al paciente a la mutua o le doy yo la baja?. Existe un problema y es que los pacientes, en vez de coger la baja laboral a través de la mutua, lo hacen por el Sistema Nacional de Salud. La mutua se lo quita de encima y si es por un problema de salud mental, pues más aún».
Elizabeth Foix coincide con la vicepresidenta del Col·legi de Metges de Tarragona en que «las mutuas se quitan de encima a estos trabajadores por un tema puramente económico», y además añade que «los problemas de salud mental no son reconocidos como accidentes de trabajo. La clave es que no se hacen, por parte de las empresas, las evaluaciones de riesgos psicosociales de sus trabajadores, cuando tienen la obligación de hacerlo».
Sobre este aspecto Rosa Pérez, de UGT, incide en que «en la vigilancia de la salud mental relacionada con el trabajo, tenemos importantes limitaciones de los registros de los que disponemos, puesto que el cuadro de enfermedades profesionales no recoge las enfermedades mentales. La única posibilidad es que sean reconocidas como accidente de trabajo. Considerando que los desórdenes mentales no llegan al 2% del total (1,43% en hombres y 2,54% en mujeres) podemos hacernos una idea de la magnitud de la infradeclaración de las enfermedades de salud mental de origen laboral y de su derivación hacia el sistema público de salud».
Falta de psicólogos
Es conocida la falta de psicólogos en la atención primaria, sobre todo en estos dos últimos años coincidiendo con el crecimiento de las enfermedades mentales. No obstante, García-Villarrubia insiste en que «tendría que ser la mutua la que le diese atención psicológica. Si nosotros lo derivamos a nuestros psicólogos del CAP, primero tienen que aceptarlo y después le da cita para dentro de varios meses. Durante ese tiempo yo tengo que tenerlo de baja y esto le crea estrés y agobio».