La Formación Profesional se encuentra ante el reto de no morir de éxito. Tras años en los que los esfuerzos estuvieron centrados en prestigiar una opción formativa a menudo considerada ‘de segunda’ frente al Bachillerato y la formación universitaria, el desafío ahora es cómo gestionar el hecho de haber superado ese debate.
Hoy, más y más personas miran hacia la Formación Profesional como una primera opción, y de la mano de este éxito y los cambios sociales asociados aumenta la presión sobre una oferta formativa tradicionalmente enfocada a la demanda de los estudiantes, pero que ahora gira la mirada hacia el mercado laboral y las necesidades de las empresas.
La Formación Profesional Dual, donde las comarcas del sur de Catalunya han sido pioneras con experiencias de éxito que se han convertido en modelo para todo el sistema formativo, es uno de los pilares fundamentales, pero no el único. Lograr una oferta integrada de la FP es la gran apuesta para el curso 2022-2023, donde la Generalitat de Catalunya asegura que ha puesto a disposición de la ciudadanía un total de 413.373 plazas de FP, que suponen, de forma agregada (incluyendo aquí la formación ocupacional y la continua), un 34% más que las que se ofertaron durante el curso que acaba de terminar.
El pasado 11 de abril, la Generalitat de Catalunya presentó la nueva oferta integrada de FP, con la Agència Pública de Formació i Qualificació Professionals de Catalunya (FPCAT) como ente coordinador. La propuesta agrega en el portal fp.gencat.cat toda la oferta en FP del sistema educativo, del ámbito laboral y de la formación continua, a la vez que hace partícipes a los agentes sociales.
Por primera vez, los departamentos de Educació y de Empresa i Treball buscan trabajar de manera coordinada una oferta ordenada en cinco niveles. El primero de ellos es el de la ‘Acreditación parcial de competencia’, con microformaciones (entre 30 y 50 horas) y el servicio de acreditación de competencias.
Le siguen el ‘Certificado de competencia’, con formación modular (de 90 a 200 horas) y acreditaciones de competencias; el ‘Certificado profesional’, con certificados de profesionalidad (200 a 1.000 horas), Programas Formativos Específicos (PFI) y acreditación de competencias; el ‘Título de Formación Profesional’, con ciclos formativos de grado básico, medio y superior (2.000 horas) y, por último, el ‘Curso de especialización’, con formación modular de entre 300 y 600 horas.
Desde las organizaciones empresariales y sindicales, sin embargo, tienen una perspectiva bastante diferente y temen que, por segundo año consecutivo, se repita la situación del curso 2021-2022, donde cerca de 30.000 solicitudes quedaron desatendidas en Catalunya (según estimaciones del sindicato CCOO).
A falta de que se publiquen los datos de preinscripciones para el curso 2022-2023 (presumiblemente, esta semana), el temor a que haya personas que queden excluidas se hace patente entre los agentes sociales.
La pasada semana, los sindicatos CCOO y UGT, así como FAPAES y la FAVB, firmaron un comunicado conjunto denunciando la falta de información sobre la preinscripción a los ciclos formativos de FP por parte del Departament d’Educació, al que acusaron de actuar con «opacidad para evitar los titulares escandalosos en la prensa del curso pasado» y de «ocultar los datos que tienen los centros desde hace semanas, que deberían ser abiertos y públicos».
«Lo que hace falta son plazas, y era del todo previsible» (Rosa Maria Villaró - CCOO)
Los ciclos formativos, dependientes de Educació, son los que hoy concentran la mayoría de las inquietudes. La principal crítica se dirige a la decisión de Educació de asegurar la continuidad educativa de los alumnos de cuarto de ESO en su acceso preferente a los ciclos formativos de grado medio, lo cual deja fuera de muchos de esos ciclos (que se llenan con rapidez) al resto de personas que no han obtenido el título de la ESO durante el curso que terminó hace escasas semanas.
Lo explica Rosa Maria Villaró, responsable de Política Educativa i FP de la Federació d’Educació de CCOO de Catalunya: «Esta decisión excluye a un 49,51% de las personas que no están en continuidad educativa. Lo que hace falta son plazas, y que estén distribuidas. Esto ya era una tendencia del todo previsible antes de que explotase durante el curso pasado, con unos datos que no se pueden esconder, y con una oferta que no iba creciendo según la demanda que se iba detectando».
Sílvia Miró, directora del área de Treball de la patronal Pimec, coincide: «Ante esta decisión, nosotros reclamamos la universalidad en el acceso, pero lo que hay que garantizar son plazas; cuando se priorizan unos alumnos sobre otros, eso nos hace pensar que no habrá plazas suficientes. Además, se está lanzando el mensaje de que los ciclos formativos son de primera, y que si no obtienes plaza te vas a una certificación profesional de segunda categoría, cuando no es así».
No todo se limita a los ciclos formativos
En este punto, pone el foco en la orientación: «Esa falta de prestigio de la FP -asegura Sílvia Miró- empieza a ser historia, pero ahora es necesario que la oferta formativa vaya allí donde hay la necesidad del mercado laboral, y que haya una orientación, para evitar sobresolicitudes en determinadas profesiones, junto a falta de solicitudes en otras formaciones vinculadas al mercado del trabajo. Es importante que, cuando los jóvenes hacen la elección formativa, sepan hacia dónde van, y para ello se les debe acompañar».
«Hasta ahora -prosigue Sílvia Miró-, la oferta formativa se orientaba mucho hacia los intereses de las personas jóvenes, mientras que ahora lo hace hacia donde hay un futuro laboral». El gran objetivo es cambiar el dibujo de la pirámide formativa entre las personas ocupadas, donde Catalunya muestra una clara debilidad en los perfiles con formación media (apenas el 23,4% de los ocupados) frente a quienes cuentan con formación de nivel alto (48,2% del total) y formación de nivel bajo (28,4%), según datos de Eurostat relativos al año 2021.
El gráfico, en forma de reloj de arena, contrasta con la forma de barril que adopta el conjunto de la zona euro -donde los ocupados con un nivel formativo medio son el grupo mayoritario (con un 44,5% del total)-, pero todavía más con la del mercado laboral alemán, donde un 55,9% de los ocupados tiene un nivel de formación medio, mucho más ajustado a su realidad empresarial de lo que se encuentran Catalunya y el conjunto de España.
Revertir esta situación para acercarnos a un dibujo mucho más homologable con el conjunto de los Estados miembros de la Unión Europea es algo que «hay que abordar desde una visión integrada de la FP», explica Àngel Miguel, director general de Formació Professional Inicial i Ensenyaments de Règim Especial de la Generalitat de Catalunya.
«Es necesario que la oferta formativa vaya allí donde hay la necesidad del mercado laboral» (Sílvia Miró - Pimec)
«De entrada -propone Àngel Miguel-, una manera de aumentar las competencias es identificar las que ya poseen esas personas, mediante la acreditación de competencias. Eso nos hará aumentar automáticamente el nivel de formación de las personas, para empezar a cambiar esa forma de reloj de arena o de diábolo hacia otra en forma de barril».
«Con esta visión integrada -añade-, es importante destacar que para desarrollar cualquier profesión no necesariamente necesitas un ciclo formativo de 2.000 horas, sino quizás recualificación y formaciones más concretas».
Respecto a los ciclos formativos, admite que «hay personas que no consiguen plaza en determinados ciclos, pero en cambio quedan plazas vacantes en otros, y aquí hay un elemento de orientación que hay que trabajar, no solo desde el sector educativo, sino desde el conjunto de la sociedad».
«Continuaremos teniendo ciclos formativos muy demandados por las empresas que no se terminarán de llenar» (Àngel Miguel - Educació)
«Cuando hablamos de mantenimiento, por ejemplo -prosigue Àngel Miguel-, fácilmente pensamos en un señor con un mono azul y las manos manchadas de grasa, cuando es evidente que ha cambiado mucho. Pero tenemos mucho desconocimiento y profesiones invisibles. Estos cambios sociales no acostumbran a ser rápidos, y continuaremos teniendo -vaticina- ciclos formativos muy demandados por las empresas que no se terminarán de llenar».
«Nos gustaría -insiste el director general de Formació Professional Inicial- que las cosas fuesen muy rápidas, pero igual que el estigma de la FP ha tardado tiempo en desaparecer, el conocimiento de que hay profesiones necesarias que no están teniendo demanda es lento».
Juan José Torres López, director general del Servei Públic d’Ocupació de Catalunya (SOC), vinculado al Departament d’Empresa i Treball, de donde dependen los certificados de profesionalidad y las acreditaciones de competencias, coincide con esa visión.
«En la FP no solo hay ciclos formativos, también hay otras alternativas» (Juan José Torres - SOC)
«Pienso -explica- que hemos superado esa fase de debate en torno al prestigio de la FP, es cierto, pero todavía nos falta dar un paso más en acabar de ponerla en valor en la sociedad, especialmente en las familias, donde todavía se ve como una segunda opción».
Una realidad que se evidencia cuando se llega hasta los certificados de profesionalidad, donde «si en su momento la FP era la solución de segunda o tercera, los certificados estaban al final de la calle», describe Juan José Torres López, que recuerda que «en la FP no solo hay ciclos formativos, también hay otras alternativas que para determinadas situaciones personales son la mejor opción. Y de la misma forma que la FP no es un ‘plan B’, los certificados de profesionalidad tampoco lo son dentro de la FP».
Para aprovechar todo el potencial de la oferta formativa, defiende, «hemos de tender cada vez más hacia una visión global, porque no siempre confluyen los intereses de los alumnos y las familias con los intereses de las empresas y el mercado de trabajo, y esta es una línea fundamental que queremos seguir en el sistema, para ayudar a las personas a tomar decisiones informadas».
Unas decisiones que se toman a partir de la orientación, haciendo que esa persona, «que tiene sus preferencias e inquietudes, conozca la oferta, las posibilidades reales de encontrar trabajo y las necesidades del territorio». A lo que añade, «por el otro lado, algo fundamental: preguntar a las empresas específicamente qué necesitan, en qué condiciones y cuándo lo necesitan».
«Ahora -prosigue Juan José Torres López- hay que conectar la FP con el mercado, y de aquí nace este interés por la FP Dual, que para mí es el gran transformador de la FP, porque conecta con la empresa, permite identificar talento y facilita que el alumno pruebe el oficio con una remuneración que es un incentivo para no ver esa formación como un tiempo perdido».
«Al mismo tiempo- añade-, de cara a la empresa, el aprendiz deja de ser quien solo recibe lo que la empresa sabe, para incorporar valor e innovación a la empresa, en una transferencia de conocimiento bidireccional. Es un modelo en el que todos ganamos, que mejora la ocupabilidad de las personas y la competitividad de las empresas».