Con el beneficio de la perspectiva, es fascinante observar cómo las intuiciones iniciales sobre los mercados pueden ser tan erróneas.
Al inicio del Trump 2.0, la narrativa era clara: aprovechar el Trump Trade en sectores como la energía en EEUU. Y evitar Europa por el riesgo de aranceles. Pero aquella euforia inicial se ha esfumado. El caso de Tesla lo ilustra a la perfección: tras duplicar su valor tras las elecciones por la supuesta cercanía entre Musk y Trump, ha perdido en pocas semanas todo lo ganado.
Es paradójico que su inicio de mandato haya coincidido con el resurgir de la bolsa europea. Con el segundo mejor comienzo de año de su historia, se encamina hacia el mejor trimestre en términos relativos frente a Estados Unidos en la última década.
El origen de este movimiento está en las expectativas. Durante meses, hemos señalado el excesivo pesimismo que rodeaba al viejo continente, reflejado en el posicionamiento extremadamente bajo de los inversores. Sin embargo, los datos económicos comenzaron a sorprender positivamente, mientras que en EEUU ocurría lo contrario, con unas expectativas tan elevadas que resultaban difíciles de cumplir.
Cada nuevo dato reforzaba esta reversión, atrayendo flujos hacia la bolsa europea y acelerando el movimiento alcista. El sector defensa encabeza las ganancias, impulsado por las perspectivas de inversión en un contexto geopolítico incierto. Rheinmetall emerge como la ‘Nvidia de Europa’, capitalizando el aumento del gasto militar, similar al papel de Nvidia con la IA en EEUU.
Por otro lado, los bancos europeos han sido un actor más discreto pero igualmente relevante. Han visto cómo sus beneficios han aumentado aún más que sus cotizaciones, gracias al impacto de la positivización de la curva de tipos de interés, que ha mejorado sus márgenes financieros.
A pesar de este rally europeo, el relativo histórico sigue siendo muy favorable a la bolsa estadounidense. Europa sigue cotizando con un descuento significativo frente a Estados Unidos, por encima de su media histórica y de manera generalizada en todos los sectores. Esto sugiere que el mer cado europeo aún presenta interesantes oportunidades a largo plazo.
Sin embargo, hay una lección clave que no debemos olvidar: perseguir al mercado rara vez da buenos resultados. Casos recientes, como el de las renovables o la inteligencia artificial, han demostrado que cuando las expectativas rozan la perfección, cualquier realidad, por buena que sea, siempre queda corta.
La clave para invertir en Europa no es subirse al carro de las acciones más populares, sino mantener carteras diversificadas y equilibradas que se beneficien del potencial a largo plazo de una región que, ahora sí, parece comenzar a cerrar la brecha con el mercado estadounidense.
Agustí Romagosa - CaixaBank Banca Privada