Hoy en día es difícil encontrar una empresa, administración o medio de comunicación que no incorpore en su discurso el término sostenibilidad. Es un término que invade nuestro día a día, ahora bien ¿Cuál es el motivo de esta presencia constante?
Desde mi punto de vista, los motivos son dos: el primero, y principal, es que la sostenibilidad se asocia, como contrapartida, a uno de los principales problemas que afronta nuestra sociedad: la emergencia climática. La necesidad de reducir las emisiones de CO2 ha generado la aparición de múltiples términos hermanos, y así hoy en día hablamos de la movilidad sostenible, el turismo sostenible, el urbanismo sostenible, etc. Todos estos términos se basan en el principio del consumo razonable y el empleo de tecnologías y fuentes de energía bajas en carbono. Si pensamos en la industria de nuestro territorio, la sostenibilidad es la única opción para su supervivencia, y lo que reclama a día de hoy es el apoyo inequívoco de las administraciones públicas, a través de una política clara de apoyo a la industria y a su reconversión, algo imprescindible para el desarrollo económico de nuestro país.
El segundo motivo, algo menos comentado en nuestro día a día, viene de la sostenibilidad entendida en sentido más amplio, en el contexto de los principios ESG (environment, social, governance). Estos principios, herederos de la antigua responsabilidad social corporativa, vienen a establecer los principios básicos de gestión de una compañía, no sólo en lo relativo a impacto en el entorno, sino también su impacto en las personas, tanto internas como externas, y también en lo referente a los sistemas de gobernanza de la empresa, y como éstos favorecen aspectos como la igualdad, la inclusión, etc. Es en este ámbito en el que el concepto de sostenibilidad parece por momentos superado, en favor del de empresas con propósito.
¿Qué queremos decir con empresas con propósito? Se trata de empresas que van más allá de la generación de resultados económicos, y que buscan explícitamente generar un impacto positivo en las personas y en el entorno. Son empresas que no destinan una parte de su presupuesto a su acción social, sino que tienen en el centro de su estrategia el generar valor para todos sus grupos de interés o stakeholders. No sólo contemplan mitigar su impacto en el entorno, sino que trabajan por mejorarlo. Son empresas, en definitiva, que responden a lo que la sociedad de hoy en día demandan de las empresas, que no lo olvidemos, no son meras generadoras de riqueza económica, sino que juegan un papel clave en nuestro tejido social.
Es un enfoque que va más allá de las cifras de beneficio y que pone el foco en la protección de empleados, consumidores y de la sociedad en general. Convertirse en una empresa con propósito, atendiendo a lo que la sociedad demanda de las empresas de hoy en día, no es una opción, es el camino hacia la sostenibilidad a largo plazo.
