Una empresa no se construye con refranes y máximas, pero hay ideas de gestión que vale la pena tener presentes porque funcionan como auténticas palancas de excelencia. Una de esas ideas da título a este artículo y se vincula a la necesidad de actuar para construir equipos sólidos y coherentes, donde el talento, el compromiso y los valores compartidos sean la base del éxito.
En un entorno empresarial exigente, un buen equipo se convierte en un tesoro más valioso que cualquier ventaja competitiva. Las ventajas pueden desvanecerse con el tiempo, pero un equipo excepcional se mantiene y es justamente la fortaleza que permite adaptarse, innovar y construir nuevas oportunidades de diferenciación.
La clave para lograr un equipo de alto rendimiento empieza con el proceso de contratación. Es fundamental tomarse el tiempo necesario para seleccionar a las personas adecuadas, pero no es suficiente. A pesar de las mejores intenciones, es muy difícil saber cómo encajará un candidato en la cultura de la empresa hasta que se une al equipo y empieza a desenvolverse en él.
Las primeras semanas de un nuevo empleado son cruciales: es en este período cuando se manifiestan las dudas y se pone a prueba la compatibilidad. Si surgen señales de que la incorporación no es buena y hay dificultades de encaje, lo más sensato es actuar y saber con rapidez si el problema podrá solventarse.
Despedir rápidamente a alguien que no encaja puede verse como un acto negativo, pero en realidad es una oportunidad tanto para la empresa como para el trabajador. El despido no es un castigo, es un paso que permite a ambas partes seguir adelante en sus respectivos caminos.
Para la empresa, el despido permite enfocarse en encontrar un nuevo miembro que aporte lo que se busca y comparta los valores y la misión del equipo. Desde la perspectiva del empleado, un despido puede ser el catalizador para encontrar un entorno más adecuado a sus habilidades y aspiraciones. Despedir deprisa no solo es una decisión eficiente, también es una oportunidad y un empuje para un talento que puede brillar más y mejor en otro entorno laboral.
Es fundamental establecer una cultura empresarial que valore tanto la incorporación cuidadosa como la capacidad de despedir cuando es necesario. Promover un espacio donde toda persona de talento se sienta libre de comunicar sus inquietudes y se valore la alineación de cada nueva incorporación como una prioridad. A menudo son los otros miembros del equipo, compañeros o subordinados, quienes mejor pueden valorar con rapidez si la nueva pieza encajará en la empresa.
¡Contratar despacio y despedir deprisa! Hacerlo para cultivar el talento y la cultura que la empresa necesita, pero hacerlo también porqué un gran equipo no solo contribuye al éxito de la propia empresa, también (quizás sobre todo!) permite a todas sus personas desarrollarse y crecer. Brillar y contribuir, de eso se trata.