Terres de l’Ebre, un territorio auténtico para descubrir y disfrutar

Las cuatro comarcas del sur de Catalunya ofrecen paisajes, gastronomía y tradiciones que atrapan, desde la montaña hasta el mar

28 mayo 2024 20:05 | Actualizado a 29 mayo 2024 17:42
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Las Terres de l’Ebre son Reserva de la Biosfera por la UNESCO desde hace más de diez años: una distinción internacional que pone de relieve los inmensos activos naturales de la región del sur de Catalunya, con los parques naturales del Delta de l’Ebre y los Ports a la cabeza, y su perfecta harmonización con las actividades humanas y el desarrollo sostenible. Un territorio marcado por el paso del río Ebre en su tramo final antes de desembocar en el Mediterráneo, con paisajes espectaculares y el aliciente de tener el mar y la montaña a pocos kilómetros de distancia.

$!Una espectacular cala con agua cristalina.

De hecho, el río, el paisaje y la naturaleza marcan el carácter de la zona y sus gentes, que a lo largo de los siglos han sabido mantener una identidad única y diferenciada, aprovechando al máximo sus recursos naturales.

Uno de los espacios más característicos es sin duda el Delta de l’Ebre. La producción de arroz, que arrancó a finales del siglo XIX con la construcción de los canales de regadío, marca la zona litoral donde el Ebre llega el mar y que constituye a su vez uno de los mayores y más importantes humedales del Mediterráneo occidental, con una gran biodiversidad.

Los amantes de la naturaleza y la observación de aves tienen aquí un paraíso, con espectáculos únicos como es observar el vuelo de una bandada de flamencos. Pero no solo flamencos: en la zona se encuentran más de 150 especies de aves que se pueden admirar desde los muchos miradores, especialmente instalados para esta finalidad en lagunas como L’Encanyissada, la Tancada o Les Olles.

$!Bandada de flamencos.

Y para disfrutar del paisaje, nada más idílico que observar en la playa del Trabucador como el sol se pone tras las montañas del Montsià: una atracción que cada vez cuenta con más seguidores.

Y esta es solo una de las atracciones de las dos bahías del Delta: els Alfacs y el Fangar, donde se pueden degustar mejillones y ostras sobre las bateas, practicar todo tipo de deportes náuticos en aguas tranquilas y poco profundas o dar rienda suelta con el viento a experiencias más intensas, como el kitesurf. Otro de los grandes atractivos del Delta es su gastronomía, con el arroz por bandera y con productos locales que merece la pena probar, como los langostinos, las angulas o las diferentes formas de cocinar la anguila.

Cuando se visita el Delta, es obligado conocer también sus tradiciones, desde los cantadores de jota improvisada a las artes de pesca tradicionales como el rall, o navegar con barcas de perchar (al estilo de los gondoleros).

Una forma magnífica y muy extendida de conocer y recorrer el Delta es en bicicleta, a través de la extensa red de caminos alrededor de las lagunas y cerca del mar, donde después del esfuerzo se puede relajar y refrescar en las extensas playas de arena, como las de Riumar, Eucaliptus, Migjorn o la misma de la barra del Trabucador, donde se puede optar por remojarse en la bahía o en mar abierto.

Otro de los activos de las Terres de l’Ebre para recorrer en bicicleta es la Via Verda de la Val de Zafán, que pasa por las comarcas de la Terra Alta y el interior del Baix Ebre recuperando una antigua línea férrea abandonada en los años setenta del siglo veinte. Una vía que pronto llegará hasta el mar, con la ampliación que se está ejecutando entre Tortosa y Roquetes hasta Amposta y La Ràpita.

$!La Vía Verda de la Val de Zafrán.

Y presidiendo todo el territorio, el gran macizo del Port. El Parc Natural dels Ports, con la cima del Mont Caro (1441 metros) como punto más alto, es otro espectáculo de la naturaleza. Senderismo, rutas de montaña exigentes, actividades deportivas o paseos permiten envolverse del paisaje. La cabra salvaje es la especie emblemática de la zona, aunque los amantes del birdwatching también pueden contemplar un gran número de especies, como los buitres.

Las Rocas de Benet son otro de los grandes atractivos del Parc Natural dels Ports. Inspiración para Picasso en sus estancias en Horta de Sant Joan, sus características formaciones atraen la mirada de todo el que visita esta zona de la comarca de la Terra Alta.

No lejos, la sierra de Cardó permite además recorrer caminos cerca de un antiguo convento y balneario, y de sus ermitas.

Otro espectáculo natural del territorio son los olivos milenarios, concentrados en la parte sur del Montsià.

Más al norte, en la Ribera d’Ebre, el imponente castillo templario de Miravet contempla el paso del río, del que se puede disfrutar de muchas formas, desde navegando en kayak hasta recorriendo sus orillas por el GR-99, que recupera los antiguos caminos de sirga.

Toda una riqueza natural que se une a la patrimonial y la cultural, de la que los habitantes de esta zona se muestran orgullosos y que define su carácter. Cabe destacar los muchos productos típicos existentes, desde dulces con siglos de historia como los pastissets, a las baldanas (morcillas de arroz), las cerezas, el aceite de oliva, las mandarinas o los vinos de la Denominación de Origen Terra Alta, cada vez más reconocidos a nivel nacional e internacional.

Y recorriendo de norte a sur y dando nombre al territorio, el mayor río de la península. El Ebre es un espectáculo en sí mismo, con sus bosques de ribera, sus islas fluviales, su biodiversidad y unos paisajes que pueden ser disfrutados en embarcaciones turísticas (llaguts), en barcas a motor o en piragua.

A lo largo del año y de las cuatro comarcas, diferentes actividades y propuestas culturales ponen de manifiesto todos estos valores del territorio.

Las fiestas tradicionales del arroz

En las Terres de l’Ebre se tiene bien presente el legado de los antepasados y un ejemplo de ello son las fiestas tradicionales del arroz, en las que los pueblos del Delta recuerdan como eran el duro trabajo en los arrozales antes de la mecanización de la agricultura en el siglo XX. En el mes de junio tienen lugar las fiestas de la Plantada, mientras que en septiembre son las de la siega. Empiezan el 2 de junio en Amposta (La Casa de Fusta), y seguirán el día 9 en Sant Jaume d’Enveja, el 16 en Deltebre, el 22 en La Ràpita y el 23 en l’Aldea, alrededor de la Torre de l’Ermita.

$!Una de las fiestas tradicionales del arroz.

Los agricultores más veteranos muestran a los asistentes como se plantaba antiguamente el arroz, a diferencia de ahora que se siembra. Con los pies en el barro, se plantan las garbas en los campos inundados; una actividad que después se abre a toda aquella persona que se atreva a participar. Las fiestas cuentan también con música y bailes de jotas, entre otros elementos del patrimonio cultural y festivo del territorio. En el mes de septiembre, llega el momento de la siega y de secar el arroz que ha estado creciendo en los campos inundados del Delta durante todo el verano.

Festivals Terres de l’Ebre

Y de la tradición damos un salto a la modernidad. Las Terres de l’Ebre están muy orgullosas de sus raíces pero también de su potencial artístico actual. En este sentido, el territorio vive actualmente una efervescencia creativa y de difusión cultural que se ha plasmado en la reciente creación de la marca Festivals Terres de l’Ebre, en la que se reúnen y coordinan hasta 16 propuestas en marcha a lo largo y ancho del territorio.

$!Festival A Cel Obert.

Aquí se incluyen desde el Deltebre Dansa más internacional a los descubrimientos musicales de las Jornades de l’Ermita de la Pietat d’Ulldecona, pasando por el videomapping en la naturaleza de EbreLumen en la Ribera d’Ebre, la veterania del Festival de Jazz de Tortosa o las artes vivas en las masías de Santa Bàrbara del festival Rihihiu, sin olvidar otras propuestas musicales o de cine. Según sus impulsores, Col·lectiu Cultura, la marca Festivals Terres de l’Ebre se ha ideado como una plataforma colaborativa, para identificar, mostrar y hacer de altavoz de todos los festivales adheridos, con el objetivo de emprender acciones conjuntas de promoción que permitan amplificar la visibilidad y viabilidad de los diferentes proyectos culturales en territorios rurales, y generar nuevas audiencias.

Ruta del vino de la Terra Alta

Una de las joyas agroalimentarias de las Terres de l’Ebre es el vino. Según recuerdan desde el Consejo Regulador de la Denominación de Origen, la Terra Alta es un territorio de paisajes picassianos, Mediterráneo de interior donde los monjes templarios ya cultivaban el viñedo en el siglo XIII. Sus condiciones siempre han sido óptimas, especialmente para la variedad de la garnacha blanca, la estrella de una paleta de uvas que proporcionan vinos de reconocida calidad, cada vez más apreciada a nivel nacional e internacional.

$!Viñedos en la Terra Alta.

La Terra Alta, como la garnacha que arraiga en tierras calcáreas y crece con el sol del Mediterráneo, es trabajada con honestidad y orgullo por sus gentes Una zona privilegiada para obtener una uva sana, madura y con carácter, con una viticultura de gran tradición y respetuosa con el medio ambiente, que provoca en su vino una identidad propia. Los cultivos ofrecen un paisaje único de viñedos, de montañas como los Ports y las sierras de Cavalls y Pándols, o los escenarios donde tuvo lugar la Batalla del Ebro de la Guerra Civil. Así, la Ruta del Vi de la Terra Alta permite disfrutar de visitas a viñedos y bodegas de la zona, junto con todo tipo de actividades ligadas de gastronomía o senderismo, en poblaciones como Gandesa, Batea, Villaba dels Arcs o Corbera d’Ebre.

La Festa del Renaixement

A un paisaje único y unos productos de primera calidad, cabe añadir también otro de los alicientes de las Terres de l’Ebre: su gran patrimonio histórico, des de las pinturas rupestres prehistóricas hoy Patrimonio de la Humanidad, hasta el Poble Vell de Corbera d’Ebre (bombardeado durante la Guerra Civil), pasando por los poblados íberos o los tradicionales pasos de barca que se conservan en la Ribera d’Ebre. A nivel arquitectónico cabe destacar el patrimonio de la milenaria ciudad de Tortosa. Unos activos que se ponen de relieve cada año, en el mes de julio, en motivo de la Festa del Renaixement. Tortosa tuvo en el siglo XVI uno de los momentos de máximo esplendor de su historia y recuerda su particular Renacimiento cada año, con cuatro días de actividades culturales y festivas en el casco antiguo de la ciudad. Los Reials Col·legis son, precisamente, una de las joyas arquitectónicas del Renacimiento catalán que son de obligada visita en la capital del Baix Ebre, como lo son también la catedral de Santa Maria, el castillo de la Suda y sus murallas, con zonas tan impresionantes y escondidas como las Avançades de Sant Joan.

$!La Festa del Renaixement de Tortosa.

Así, durante cuatro días de finales de julio, el núcleo antiguo de Tortosa se transforma, los edificios nobles y la centenarias murallas se engalanan de manera exuberante, mientras los ciudadanos se reúnen en sus tabernas y viven las actuaciones vestidos de época, con los procuradores–el antiguo gobierno local- y las familias nobles paseando orgullosos por las calles de la ciudad.

Se trata de una muestra más de la gran oferta cultural, lúdica, ambiental y turística con la que cuentan las Terres de l’Ebre, un territorio que a lo largo de los siglos ha forjado un carácter único y de gran arraigo a la tierra y el mar, de los que se nutre para conseguir productos de primerísima calidad y disfrutar de unos paisajes únicos desde la montaña hasta el mar.

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