Unas pequeñas piezas de puzzle que unidas forman la palabra ‘AMIGOS’ es lo que se tatuaron el entonces crack del Barça Neymar junto a sus inseparables amigos los ‘Toiss’ antes de volar hacia el Paris Saint-Germain. Para ello se pusieron en las manos de Albert Bonet, un joven artista de Riba-roja d’Ebre que pinta la piel en el estudio Blessed Art, en Barcelona. Albert explica que «es un tatuaje muy pequeño y no estuvimos demasiado tiempo. Tenía prisa. Iba a firmar el contrato con el club francés».
Añade que, de momento, nadie le ha pedido algo similar al diseño del futbolista, aunque sí esperan la llegada de algún que otro excompañero del club azulgrana.
Pero Albert no solo diseña tatuajes. También grafitis, portadas de festivales y su gran pasión... pinta. «Hago pintura realista, sobre todo retratos de animales y personas. Son caras de gran formato e intento sacar el máximo detalle posible igualando la calidad de una foto o incluso mejorándola. Siempre me ha gustado pintar y ya en la foto de la comunión salgo pintando grafitis».
Su otra gran pasión son los tatuajes. Hasta ahora estudiaba en la Academia de Arte «para aprender a pintar al óleo. Pero me salió la oportunidad de ir a Barcelona a trabajar de tatuador» y no la ha desaprovechado. «He tenido que dejar la academia porque no me quedaba tiempo para mí y no es barata», comenta. Ahora se dedica a la pintura los fines de semana, de forma autodidacta.
«Le dedico muchas horas, machacándome y machacándome. Lo que quiero hacer es una exposición con mis obras. Mis modelos son mis yayos y el último cuadro que he trabajado es mi autorretrato, al óleo», revela.
El primer tatuaje
¿Cómo empezó todo? «Cuando tenía 13 años me quedaron todas las asignaturas para septiembre, iba a repetir curso y mi padre me prometió que me regalaría mi primera máquina de tatuar si aprobaba el curso. Lo conseguí», explica, quien no olvida su primer tatuaje.
«Imagínate el peligro de un joven de 13 años con una máquina de tatuar», cuenta. «Tatué a un amigo, en la trastienda de un bar de Riba-roja, en un sofá lleno de pelos de gato con una máquina descalibrada que no sabía ni cómo iba. Cuando empecé no tenía acceso a información ni a nada. No era como ahora. Lo hacía como me imaginaba». ¿Y qué ocurrió? «Cuando acabé, en lugar de limpiarlo con agua, como debe hacerse, le tiré alcohol de curar...» A pesar de todo asegura que continúan siendo muy buenos colegas y sigue tatuándolo.
Trabaja con su inseparable máquina, tintas, agujas... y mucha creatividad. «Trato igual a una persona que no se ha tatuado nunca como a otra que viene entera tatuada y quiere hacerse algo pequeño. Pero hay que pensar que hay gente que se pone muy nerviosa. Si tienen una idea de lo que quieren, yo la trabajo, les hago unas propuestas y se sigue modelando hasta que convence», explica.
¿Dónde duele más? «En nalgas, cuello y todo lo que son partes interiores de brazos y piernas. Y todo lo que toca hueso». En cuanto a sus clientes, asegura que «está bastante equilibrado entre hombres y mujeres. No tengo un perfil concreto y tampoco cambia mucho el estilo por géneros. Los estereotipos están muy marcados pero en realidad no es así». Y tiene la libertad de poder negarse, por ética, a plasmar un dibujo.
Eliminar tattoos
Las modas cambian y a pesar de que ahora los tatuajes están a la última, no es menos cierto que muchos arrepentidos optan por borrar los que llevan, supuestamente hechos en su momento para que duraran toda la vida.
Es curioso comprobar cómo puede salir más caro eliminar que crear porque «depende del lugar se necesitan muchas sesiones de láser. Como todo, lo barato sale caro», comenta. Albert revela que «es una de las pocas cosas sobre las que estoy en contra y depende de cómo sea el tattoo no lo quito porque ahora cualquiera puede comprar una máquina y hay gente malísima tatuando, que lo hacen para ganarse cuatro duros y después sale lo que sale. Me he hecho tatuador profesional para poder crear y hacer cosas ‘guays’, no para ir quitando lo que los demás han hecho mal», sentencia.