Decía Edgar Hernández (Gavà, 34 años) en su puesta de largo como nuevo delantero del Nàstic que «con Fran, en el campo, me entiendo solo con la mirada». No se trata de un farol gratuito ante los medios, con Carbia (Tarragona, 29 años) ha vivido instantes de éxito y una relación excepcional a nivel personal. La han seguido conservando hasta que los caminos del fútbol les han vuelto a unir. Es difícil llevarse mal con Carbia, un tipo que habla poco y que se ha sostenido en el deporte de élite gracias a su empeño en el día a día.
Los dos grabaron sus nombres con serigrafía de oro en la historia del desaparecido CF Reus. Compartieron una experiencia casi idílica durante cuatro años (2014-18) y alcanzaron el propósito por el que se les fichó; el ascenso a Segunda División, concretamente en 2016. Ha llovido un poco desde aquella eliminatoria ante el Racing de Santander, pero tanto Edgar como Fran se han mantenido vigentes porque no han dejado apartadas sus obligaciones como actores profesionales. Acuden a entrenar con el entusiasmo de un juvenil y se aferran a sus carreras con una fuerza abrumadora.
Edgar se ha convertido en la última adquisición de postín para la propuesta del Nàstic. Sus registros avalan claramente esa apuesta; ha alcanzado el ascenso con los dos últimos equipos que ha prestado sus servicios (Reus y Sabadell). Fran, en cambio, viene de protagonizar una última temporada interesante ya vestido de grana. Seis goles y 25 partidos le sirven para seguir en el proyecto que encabeza esta vez Raúl Agné.
Curiosamente estamos hablando de dos perfiles de delanteros perfectamente complementarios sobre el tapete. Edgar, como punta de referencia, aunque con capacidad para descolgarse y descargar el juego con criterio. Fran, en cambio, es un segundo atacante inteligente para ocupar los espacios libres y acudir al gol con minuciosidad. Menos corpulento que su socio, el tarraconense ha exhibido sus mejores prestaciones cuando ha actuado cerca de la portería rival.
Los dos protagonistas forman parte de una nómina de estiletes extraordinaria en el nuevo Nàstic. Van a repartirse la responsabilidad ofensiva con Pedro Martín, el recién llegado Pablo Fernández, Pol Ballesteros, Pol Prats y Lupu, a expensas de lo que dicte el mercado a finales de agosto. El ramillete de posibilidades resulta amplio y variado, un lujo para cualquier entrenador de la categoría de bronce con aspiraciones a los premios más ambiciosos. Por lo menos eso pretende el Nàstic, que ya se ha marcado metas claras y sin excusas, a pesar de la competencia que se va a encontrar en un grupo de máxima exigencia.
La última conquista
Para Edgar Hernández los ascensos a Segunda División han formado parte de su rutina competitiva en los últimos años. En 2020 lo consiguió con el Sabadell, otra entidad en la que ha dejado buenos recuerdos entre los aficionados. Como en el Reus, finalizó ese curso como máximo goleador de la plantilla y certificó su rentabilidad como un especialista en los libres directos. Edgar ha aterrizado en el Nou Estadi después de completar más de 30 apariciones en la Segunda División en el último ejercicio. En realidad, su carrera ha viajado a lomos del fútbol de bronce y de plata.
Junto a Fran ya conoce los paraísos y los infiernos de un proyecto que marca claramente las directrices y que no negocia los resultados. En el fútbol actual, los avales los miden los goles y los puntos. No hay más. Ganar.
En Tarragona no se contempla la derrota y el entorno, que ya ha saboreado las mieles del fútbol más elitista, pide a sus ídolos el máximo compromiso desde el día uno. En eso, nunca han levantado sospechas Hernández y Fran, capaces de hacerse suyos el ideario del club al que defienden y llevarlo hasta las últimas consecuencias.