Eva Cornejo quedó prendada al instante cuando decidió probar el patinaje en línea para moverse por Tarragona. Le cautivó tanto que solo dos meses después ya había inscrito también a su hija, de siete años, en la sección del Nàstic a modo de actividad extraescolar. «Primero empecé con las carreras populares, más tarde ya fui a los campeonatos de Catalunya como federada, a continuación llegaron luego los de España...», recuerda sobre aquellos inicios Ona Rodríguez Cornejo, que ahora tiene 15 años y acaba de proclamarse campeona de Europa juvenil de patinaje de velocidad en la distancia de los 500 metros en la ciudad de Valença d’Agen (Francia).
En la competición continental la tarraconense sumó otra medalla más (el bronce en la modalidad de one lap) mientras que fue quinta tanto en los 100 como en los 200 metros.
Unos resultados que pusieron el colofón a una espectacular temporada marcada sin duda alguna por su estratosférica actuación en los Campeonatos de España, donde obtuvo un total de 11 títulos (cuatro como júnior, una categoría superior a la suya) y dos medallas de bronce de un total de 14 carreras disputadas. Un éxito inaudito.
Sacrificio y constancia
Su eclosión y éxitos no son fruto de la casualidad. Detrás de ellos se esconde mucho trabajo, constancia y un enorme sacrificio. Sobre todo desde que hace dos años a Ona le fuera concedida una beca por parte de la Federación Española de Deportes de Hielo con la que pasó a formar parte de un exclusivo programa de preparación en la residencia Blume de Barcelona, donde vive, estudia y entrena desde entonces.
El objetivo del programa no es otro que conseguir plaza para unos Juegos Olímpicos de invierno a medio plazo y romper la barrera que ha impedido hasta ahora al deporte español clasificarse en la modalidad de patinaje de velocidad, aunque Nil Llop se quedó a un solo paso de lograrla para la cita de 2022 disputada en Pequín (China). Él y María Luisa González son los dos más claros aspirantes para obtenerla.
En el horizonte de la tarraconense aparecen las citas de 2026, que tendrá lugar en Milán-Cortina d’Ampezzo (Italia), y la de 2030, que todo apunta que será en Estocolmo (Suecia) después de que se cayeran primero la candidatura de los Pirineos por la falta de entendimiento entre los gobiernos de Catalunya y Aragón, y posteriormente también la de Vancouver (Canadá).
Al frente de ese ambicioso programa -del que también forman parte las hermanas tarraconenses Júlia y Paula Espín- figura la seleccionadora española de patinaje de velocidad sobre hielo y a la vez seleccionadora catalana de patinaje de velocidad sobre ruedas, Sandra Gómez.
«Ahora hemos acabado la temporada de patinaje sobre ruedas. Nos sirve para preparar la de hielo, que empezará en septiembre y se prolongará hasta febrero», explica la propia Ona. «En España tenemos solo esa opción porque no contamos con ninguna instalación para poder entrenar nuestra especialidad de long track en hielo», añade acerca de la pista con una cuerda de 400 metros que acoge las competiciones.
Esta circunstancia obliga a los patinadores del equipo español de hielo como Ona a residir durante buena parte del invierno fuera de Catalunya. «Tenemos fijada nuestra base técnica en Incell (Alemania), donde entrenamos y desde donde nos trasladamos hacia las competiciones. El año pasado entre una cosa y otra pasamos unos dos meses y medio fuera», detalla.
Próximos retos
Después de ser en 2022 séptima en el Mundial de los 500 metros de su categoría y 12ª en los 1.000 metros los retos de Rodríguez en hielo son múltiples en esta nueva campaña que está a punto de arrancar.
Entre ellos figuran su propósito de bajar de los 40 segundos en los 500 metros -le permitiría poder acudir a las Copas del Mundo sénior- pero también la Copa del Mundo de su categoría (en Italia, en noviembre); los Youth Olympic Games (en enero, en Gangwon, Corea) si logra clasificarse en la cita previa italiana; y el Mundial júnior (en febrero, en Japón). En esta última competición, donde será la benjamina, persigue el reto de situarse «en el top 15», tiene claro Ona, quien asegura que lo que lleva mejor de su estricto plan de entrenamiento «son las victorias, porque te reconfortan y reafirman en que estás realizando el trabajo correcto»; por contra entre los inconvenientes figuran «la imposibilidad de poder hacer planes con mis amigos y tener que entrenar tanto».